Bien dicen por ahí que 'cada quién escoge el tamaño de la cebolla por la cual llorar' pero nadie te dice como dejar de hacerlo en absoluto. Y es que aunque ya se nos haya convertido en costumbre llorar por cosas absurdas y por cortar cebolla; al menos esta última tiene explicación y una solución muy sencilla. Te contamos por qué sucede esto y te traemos la solución definitiva para dejar de llorar cada que una cortas cebolla.
Utilizamos cebolla para sazonar casi todos los platillos que preparamos día a día, y es que aunque es un ingrediente indispensable para gran parte de las recetas de comida mexicana, desde tacos hasta pozole, seamos sinceros: intentamos aplazar el momento de cortar cebolla lo más posible, porque todos odiamos sentir ese ardor y lagrimeo en los ojos en cuanto cortamos una cebolla, aunque sea una chiquitia.
Pero, ¿por qué nos hace llorar?
La respuesta ha llegado al fin a nosotros gracias a este artículo de National Geographic que nos explica que, en resumen, las cebollas son prácticamente una máquina de guerra orgánica y biológica y que a modo de mecanismo de defensa, la cebolla se defiende de sus atacantes (o sea, tú y tu cuchillo de cocina) expidiendo un gas que contiene azufre; en cuánto éste entra en contacto con el agua (o lo que es lo mismo, la humedad de tus ojos) se comienza a descomponer en ácido sulfúrico, que tiene un efecto similar al gas lacrimógeno.
Así es, la cebolla tiene un mecanismo de defensa peor que la manipulación emocional de tu ex: te hace llorar con una especie de gas lacrimógeno super volátil (pero en porciones pequeñas, claro, nada peligrosas) que se forma directamente en tus ojos. Por esta razón no puedes dejar de llorar cada que cortas una cebolla, por pequeña, grande, bonita o irregular que sea.
La pregunta del millón, ¿cómo dejar de llorar cada que cortas cebolla?
Existen muchos remedios populares que aseguran ser la solución definitiva ante el lagrimeo por cortar cebolla, entre masticar chicle o poner un trozo de cebolla sobre la cabeza (específicamente en la mollera) tal y como cuenta Laura Esquivel en su novela Cómo agua para chocolate, pero la verdad es que existen formas más efectivas (sí, más de una) para evitar terminar con los ojos como si estuvieras viendo la película más emotiva y melancólica de la vida:
Corta la cebolla con un cuchillo bien, pero bien afilado. Así los cortes serán más precisos y menos turgentes, por lo que la cebolla no tendrá ni tiempo para procesar lo que acaba de pasar y no liberará esas sutancias que te hacen llorar. Igual, si ya hiciste el esfuerzo por cortarla bien, procura no machacarla, porque así tu trabajo se irá por el caño.
Enfría la cebolla antes de cortarla. Basta con que la pongas en tu congelador de 10 a 30 minutos antes de que la vayas a cortar. Estará tan 'apaciguada' por las bajas temperaturas, que ni tiempo le dará de reaccionar. En verdad, esto hará que la reacción de la cebolla sea mucho más lenta.
Corta la cebolla debajo del chorro de agua fría, así los compuestos volátiles se liberarán con el agua en el fregadero y no en tus hermosos ojitos.
Si todas estas soluciones de plano no te convencen, puedes optar por la opción simple y segura: utilizar lentes de cocina o gafas de seguridad. Así evitarás cualquier contacto con estas sustancias que despide la cebolla y, aunque te veas un poco ridículo, no tendrás ni una lágrima resbalando por tu mejilla.
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