Nueva Zelanda y Australia se adjudican el origen de esta receta, que tanto disfrutamos cada vez que la vemos en el menú de postres de un restaurante. Lo que sí es cierto es que la elaboraron en honor a la bailarina rusa Anna Pavlova.
Sea quien sea que la haya inventado, ¿por qué no mejor aprender a hacerla en casa? En realidad, la preparación no tiene mayor complique. Solo necesitas aplicarte un rato en la cocina, tener un buen batidor eléctrico y un horno que funcione perfectamente.
¡Lo demás será pan comido!
Primero hay que hacer un merengue francés. En el bowl de tu batidora pon las claras de huevo, el cremo tártaro y la sal.
Acciona el aparato y, cuando las claras estén montadas, agrega poco a poco el azúcar.
Luego de tres minutos, agrega la maicena, el vinagre y las gotas de esencia de vainilla.
Continúa, hasta que el merengue casi no se mueva.
Sobre tu papel antiadherente para cocina dibuja un círculo de 30 centímetros de diámetro.
Con la espátula pon una base del merengue y continúa, hasta que se forme una especie de pastel.
En el centro haz un hueco; ya que será el “recipiente” que alojará el contenido de la pavlova.
Mete a hornear a 120 grados, por 90 minutos.
Retira cuando el merengue empiece a dorarse muy ligeramente.
Mete a tu bowl de la batidora las natas, así como el azúcar glass.
Procesa, hasta que se monten.
Rellena el hueco de la pavlova con las natas y agrega en la parte de arriba las berries. También puedes usar mermelada de la misma fruta.
¡Tu pavlova está lista!
| Foto de Pixabay.com |