Quizá te haya pasado que comes con la mayor emoción un platillo delicioso, pero acabado el placer una mala digestión opaca la experiencia. Eso puede deberse a muchos factores. Acá te decimos algunos y te damos consejos prácticos para que no vuelvas a pasarla mal por las mismas razones.
Lo primero que debes tomar en cuenta es que el acto de comer es un primer paso muy importante para la buena digestión de la comida. Masticar lentamente y de forma uniforme los alimentos facilitará todo lo que venga después, según el libro Come y adelgaza (Planeta, 2004).
Come en una atmósfera tranquila y limpia, y siempre siéntate. Evita hacerlo parado.
No trabajes, no leas ni mires la TV durante las comidas, eso te va a distraer de triturar bien lo que te comas.
Intenta no cambiar mucho los horarios en que te sientas a comer.
Saborea los alimentos. La comida no sólo cubre una necesidad biológica, sino que implica compartir con los demás y contigo mismo.
No abandones la mesa con hambre, ni muy lleno.
No comas antes de que la comida anterior haya sido digerida. Deja un espacio de entre tres y seis horas entre cada sentada.
Evita las comidas muy frías o muy calientes.
Siéntate cómodamente unos 10 o 15 minutos después de comer y no hagas esfuerzos físicos ni mentales. Si eres de siestas, procura que la que tomes no sea de más de 20 minutos.
Come preferentemente alimentos frescos, según la estación y zona geográfica.
La comida más fuerte debe ser a la mitad del día. La cena debe siempre ser ligera, para digerirla bien antes de acostarte.
No bajes la cabeza por debajo de la cintura ni hagas movimientos bruscos después de comer, para no tener reflujo ni acidez estomacal.
La sal en ensaladas deberías si no sustituirla, disminuirla y aplicar especias como albahaca y tomillo para favorecer tu digestión.
Sustituye el pan refinado por pan integral.
Fuentes: Gutiérrez, Maxi. Come y adelgaza. Planeta, 2004, 180 pp.