Las tortillas son esenciales en la vida de los mexicanos: nos acompañan en cada comida y son tan maravillosas que están presentes en los tacos más elegantes de restaurantes Michelin y en todas las casas para acompañar la comida o comer con salsa o un poquito de sal.
Es por eso que hoy queremos compartirte la forma en que nosotros hacemos nuestras tortillas de maíz, sin necesidad de más de tres ingredientes. Las podrás tener listas en menos de media hora. Imagínatelas recién salidas del comal y ya en el centro de tu mesa. ¡Siempre son deliciosas!
Datos curiosos sobre las tortillas que tienes que conocer
Antes de ir a la cocina y prender el comal, encontramos información muy interesante sobre nuestras amadas tortillas como:
Según un artículo publicado por Larousse Cocina, en la antigüedad las porciones para los niños, como se explica en Códice Mendoza, en la antigua México-Tenochtitlán, las tortillas eran de un tamaño similar al de una tlayuda oaxaqueña. Se establecieron normas sobre el consumo: los niños de tres años podían comer media tortilla, mientras que los de cuatro y cinco años podían disfrutar de una completa. A partir de los trece años, era posible comer hasta dos tortillas.
La tortilla es un pilar de la dieta mexicana, siendo el segundo alimento más importante en la canasta básica. Cada tortilla aporta entre 72 y 78.4 kcal y puede encontrarse en diversos colores: blanco, amarillo, azul, rojo o verde, dependiendo del tipo de maíz que se utiliza y de los ingredientes que se añaden a la masa.
La nixtamalización, que consiste cocer el maíz en agua con cal, es un método único y avanzado que no solo facilita la remoción de la cáscara, sino que también potencia el contenido nutricional, incrementando el calcio en un 20%, el fósforo en un 15% y el hierro en un 37%.
En México existen aproximadamente 80,000 tortillerías industriales que satisfacen un consumo per cápita anual de 85 kg. Además, muchas personas optan por tortillas artesanales, elaboradas a mano o mediante diferentes métodos como la tortilladora de rasero o máquinas semi-industriales, preservando así tradiciones culinarias.
Al utensilio para conservar las tortillas se le conoce como el tanate, tenate o chiquigüite.
Pesa 300 gramos de harina de maíz para tortillas. Ponla en el fondo de un bowl.
Agrega una taza de agua tibia, de 150 mililitros.
Adiciona una pizca de sal.
Amasa, hasta que la textura sea suave y deje de pegarse en tus manos.
Llegado a ese punto, deja reposar por 15 minutos tu masa en el recipiente inicial. Sólo tápala con un paño de tela que la deje “respirar”.
Pasado ese tiempo, haz bolitas de masa de unos 20 gramos cada una.
Mételas entre dos capas de plástico y aplánalas en una máquina para estos menesteres.
Despega las tortillas crudas de las dos capas de plástico. Luego ponlas a calentar directamente en un comal.
Puedes voltearlas una vez que empiecen a ponerse doradas o con puntos negros en la superficie en contacto con el calor.
Guarda en una cesta, con una servilleta de tela que guarde su calor.
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