El pastel cebra es una combinación de un pastel de vainilla y chocolate que tiene un patrón de rayas bastante llamativo y bonito. Tenía muchas ganas de prepararlo, y no hay mejor excusa que el Día de San Valentín. Si tienes niños en casa, es una excelente opción para entretenerlos y preparar algo que puedan llevar a la escuela para el día del amor y la amistad.
Aunque no lo parezca, su preparación es mucho más fácil de lo que piensas, ya que el pastel de chocolate está hecho de la misma mezcla del de vainilla, por lo que no tienes que preparar dos mezclas diferentes. El secreto está en la forma en la que colocas las dos masas en el molde antes de hornearlo. Es un pastel bastante esponjoso con una textura firme y un sabor muy rico.
Calienta el horno a 150°C. Engrasa y enharina un molde de resorte redondo de 24 centímetros.
En el vaso de una licuadora coloca los huevos y el azúcar. Licua durante 1 minutos aproximadamente.
Agrega a la licuadora la vainilla, la harina, la sal, el polvo de hornear, leche y el aceite de girasol. Licua hasta obtener una mezcla homogénea y perfectamente integrada, 1 minuto.
Retira la mitad de la masa y coloca en un recipiente. Añade el cacao en polvo al resto de la masa que quedo en la licuadora y licua un par de segundos hasta integrar. Vierte esta masa de chocolate a otro recipiente.
Coloca 6-8 cucharadas de la masa de vainilla en el centro del molde previamente preparado. Agrega 6-8 cucharadas de la masa de chocolate en el centro de la masa de vainilla. Ve formando círculos concéntricos hasta terminar con las dos masas. Ve reduciendo la cantidad de cucharadas que agregas de cada masa, conforme llegas al final.
Hornea durante 50-60 minutos o hasta que este ligeramente dorado en las orillas, y al insertar un palillo en el centro salga limpio. Retira del horno, deja enfriar dentro del molde durante 10 minutos y después desmóldalo sobre una rejilla.
Con que servir el pastel cebra
Debido a que el pastel cebra tiene un sabor bastante parecido a un panqué marmoleado, lo puedes servir en cualquier momento del día. Los acompañantes ideales son una taza de café o té, o un vaso de leche.