Es difícil que alguien no ame los mazapanes. Estos postres de consistencia suave, sabor delicado pero bien definido, y recuerdos que siempre nos remontan a nuestra infancia, son una delicia entrañable que además es facilísima de replicar.
A pesar de que en otras partes del mundo solo forman parte de una tradición navideña (y donde hasta se preparan con huevo), aquí los preparamos en su mayoría solo con cacahuates y azúcar glass, y los disfrutamos todo el año.
Seguro también has escuchado hablar de los mazapanes españoles de Toledo, así como los alemanes de Lübeck y Königsberg. De igual forma existe una gran variedad de ellos en Suiza, Francia e Italia, así como en Guatemala, Venezuela y Colombia.
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Bueno, preparemos unos. ¡Manos a la obra!
- Primero debes preparar los cacahuates.
- Calienta una sartén y pon a dorar ahí los cacahuates sin cáscara y, claro, sin sal.
- Déjalos ahí por cinco minutos a flama muy baja, cuidando que no se tuesten demasiado, o su sabor final será amargo.
- Muélelos junto con una pizca de sal en un mortero amplio.
- Asegúrate que no queden trozos grandes sin machacar.
- Agrega poco a poco el azúcar glass, hasta que todo quede completamente integrado.
- Enharina (o haz un leve espolvoreado con el mismo azúcar glass) una superficie lisa y perfectamente limpia.
- Pon sobre ella la masa que has conseguido. Luego, con moldes de galletas recorta los mazapanes de la forma y el tamaño que desees.
- Coloca todas las piezas sobre un papel para hornear y en una charola.
- Métela al refri por una hora. Eso hará que los mazapanes se endurezcan.
- Sácalos después de pasado el tiempo, despégalo y envuelve cada uno en papel de China, o ponlos al centro a la hora de la sobremesa.
¡Serán un excelente regalo y tentempié a toda hora!