Una vez terminada la comida llega el momento más esperado no solo de los pequeños, sino de los grandes también. Este postre es clásico y perfecto para toda ocasión: un flan. Pero este no es cualquier flan. Estás apunto de encontrar la mejor receta para saber cómo preparar el flan de plátano más cremoso que has probado.
Este postre delicioso se lo debemos a Marco Gavio Apicio, un romano nacido en el Siglo I de nuestros tiempos. Su excentricidad y posición económica-social lograron que se rodeara de artesanos, agricultores y cocineros que pudieron ofrecerles combinaciones de alimentos, los más exquisitos que su paladar pudo probar.
¿Flan romano?
Probablemente sea más antiguo de lo que creemos, pero las recetas de Apicio en Cocina romana, que fueron compiladas y publicadas, es el registro más exacto que se tiene. Así llegó a nuestras vidas el Tyropatina, así se le llamaba al flan en sus orígenes.
El flan era el postre más frecuente en las antiguas reuniones romanas, no era porque fuera delicioso nada más; los huevos eran un símbolo de riqueza y se pensaba que mejorara la salud de los riñones, el hígado y la fertilidad. Además, podía ser servida en comidas saladas sólo agregando un toque de pimienta.La receta auténtica decía que la cocción del platillo debía ser a fuego lento en un recipiente de barro.
Hoy en día puede ser en recipientes de aluminio, incluso de silicona (siempre y cuando sea de grado alimenticio) y cerámica. Nosotros te recomendamos esta flanera de aluminio anti-adherente, para que tu flan salga completito, la puedes comprar desde 234 para preparar tu flan.
Ahora sí... bate que bate.
En una cacerola a fuego bajo comienza por derretir el azúcar, revolviendo constantemente para que no se queme.
Una vez que tome consistencia de caramelo, viértelo en el molde para flan y reserva.
Licúa el resto de los ingredientes.
Sirve esta mezcla en el molde, sobre el caramelo endurecido.
Cubre el flan muy bien con la tapa de la flanera o con papel aluminio y llévalo a un recipiente con agua, para que se cocine a baño María.
Hornea por 1 hora a 425 °F o hasta que lo veas con consistencia firme, y que, al introducir un cuchillo, este salga limpio.
Deja enfriar y desmolda.
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