Las lechugas son vegetales que muchas veces tenemos en el refrigerador, pero que no valoramos tanto como merecen. Bien utilizadas, proporcionan texturas, colores y sabores deliciosos a ensaladas, sopas o entremeses, además de ser una gran fuente nutritiva y con mucha agua.
De acuerdo con el portal Taste of Home, consumirlas provee de fibra dietética y vitaminas A, C y K. Además es dietética: aporta menos de 10 calorías por taza rallada y, aunque existen distintos tipos, cabe hacer la precisión de que las más verdes son las que generalmente tienen más nutrientes concentrados.
Puedes consumirlas crudas (pero bien lavadas y desinfectadas), hervidas y hasta salteadas. Sólo procura que no pasen demasiado tiempo al fuego, ya que esto puede hacer que se marchiten, pierdan sus propiedades y reduzcan mucho su tamaño, quedando inservibles.
Cada variedad de lechuga es única. Elegir cuál usarás para tus platillos depende de tus gustos, lo que quieras obtener de ellas y la disponibilidad que haya de la especie.
A continuación te hablamos de los siete tipos principales que existen, para que explores el universo de posibilidades culinarias que ofrecen:
Romana
Es la más común y la más socorrida para ensaladas. Se reconoce fácilmente porque es alargada y tiene un talo fuerte y crujiente en el medio de la hoja. Suele ser de un color verde intenso, es muy barata y cuando sele cultiva de forma orgánica adquiere un sabor amargo muy tenue.
Esta es la ideal para preparar una buena ensalada César. No obstante, cualquier preparación en la que le adiciones queso parmesano será un éxito.
Rizada, o Lollo Rosso
Existen en color rojo o verde muy claro, y su característica principal es que sus hojas son muy rizadas y suelen presentar muchos pliegues. Es común encontrarla en mercados y supermercados y se le consume bastante porque sus sabores son bastante neutros.
Cuando la consumas, de preferencia quita las dos primeras hojas que la envuelven, ya que son más duras y un poco difíciles de masticar. Va muy bien con vinagretas dulces y en caldos. También se recomienda como guarnición para bandejas de pinchos con quesos y embutidos.
Radicchio
Se le identifica por su color morado encendido, o a veces marrón. Cuando se le consume cruda es amarga; no obstante, si la cueces se vuelve dulce y va perfecto con quesos y en combinación con otras lechugas verdes de sabores más neutros.
Este tipo de lechuga es buscada por sus propiedades antioxidantes.
Francesa o mantequilla
Es también muy común y, tal como lo dice su nombre, su consistencia es bastante tersa y mantecosa. Esto hace que combine con todo y dote de una textura suave al platillo en donde se use.
Esta sea quizá la más cara de los distintos tipos de lechuga, pero vale la pena consumirla porque hace de cualquier ensalada una experiencia muy agradable. Se recomienda comerla con mariscos: ya sea con atunes, camarones o cangrejos.
Arúgula
El uso de este tipo se extiende cada vez más. Sin embargo, a mucha gente no le gusta porque su sabor es muy fuerte, muy amargo. Esto hace que el ingrediente, al que también se le conoce como rúcula, dote de fuerza a los platillos en que se sirve.
La arúgula es invariablemente de un verde muy intenso y de hojas pequeñas y alargadas. Va perfecto en ensaladas con verduras encima, acompañando quesos blancos o de cabra de sabor no tan imponente, o consumida con pesto.
Iceberg
Sí, es la que por antonomasia todos ubican como “lechuga”. Es de uso común en restaurantes y hoteles porque es barata y tiene un sabor muy ligero. También es la que aporta menos nutrimentos.
La lechuga Iceberg es protagonista de muchas ensaladas y sopas calientes orientales, así como cobertura de wraps veganos y base de muchos platos que necesitan un soporte físico comestible.
Se recomienda comer en sándwiches, hamburguesas y en combinación con otras lechugas y vegetales o lácteos que tengan mayor aporte nutrimental.
Escarola
Este tipo es inconfundible, ya que sus hojas son diminutas, como filamentos. Se le usa en ensaladas de invierno, pues su sabor es amargo y funciona perfecto como una especie de brote que compagina bien con quesos muy grasosos.
Las hojas son verdes y muy crujientes, mientras que su centro (que es una parte que mucha gente desecha, porque no sabe cómo utilizar) es blanco o amarillo pálido y sabe delicioso si se le rebana en rodajas delgadas y se le aliña con aceite de oliva y una pizca de sal.
La escarola es conocida por auxiliar a no retener líquidos.
Fuentes: Huertos de Soria | Epicurious | Taste of Home