A unos días de empezar el Mundial 2018, se habla mucho de las técnicas de entrenamiento de cada selección, pero una de las claves para el buen desempeño de un equipo es su dieta. Si un jugador no tiene una dieta saludable, no podrá entrenar tan duro, le costará trabajo mejorar su juego y será más susceptible al cansancio. Es cierto que la dieta correcta no convierte a un futbolista promedio en una superestrella, pero ningún jugador puede alcanzar su máximo potencial si no come bien.
Sabemos que los atletas requieran mayores cantidades de ingesta de nutrientes que una persona promedio. Pero cada deporte tiene sus características, por ejemplo, el fútbol es un deporte intermitente, lo que significa que los jugadores se detienen y comienzan constantemente, con ciclos de trotar, correr y estar parados. Se ha visto que los jugadores profesionales de fútbol gastan un promedio de 1,107 kilocalorías durante un partido, y durante los días de entrenamiento pueden llegar a 3,442-3,824 kilocalorías.
También es cierto que la nutrición de los jugadores debe de adaptarse a circunstancias culturales e individuales. Un portero no hace el mismo trabajo que un delantero, por lo que su nutrición debe contener más alimentos ricos en proteínas, mientras que los jugadores de campo, que tienen que correr mucho, requieren más carbohidratos en su dieta. Un jugador de futbol promedio recorre 12-13 kilómetros durante un partido.
Mientras que a las personas sedentarias se les recomienda reducir su ingesta de carbohidratos, los jugadores de fútbol necesitan muchos carbohidratos para tener una alimentación adecuada y para reponer sus depósitos de glucógeno. Un jugador profesional de futbol debe de consumir diariamente entre 5-10 gramos de carbohidratos por cada kilogramo de peso corporal, es decir el 65-70 por ciento de su dieta debe de estar compuesta por carbohidratos. Entre 1.2 y 2 gramos de proteína por kilogramo, y menos del 20 por ciento de su total debe de provenir de las grasas.
Para lograr una buena ingesta de carbohidratos se recomienda tomar colaciones o refrigerios durante el día, en lugar de hacer sólo tres comidas. Algunos ejemplos son plátanos, barras de granola, pan, yogures, smoothies y frutas.
Antes del juego es importante que la composición de la comida se centre en carbohidratos como pasta y arroz, junto con verduras. Se recomienda evitar comidas altas en grasa y proteína porque pueden causar problemas gastrointestinales; así que el pescado es un ingrediente ideal para comer antes de un partido. La mayoría de los jugadores comen tres horas antes de un juego. La cantidad de fluidos también es súper importante, sobre todo si el clima es bastante cálido.
Durante el juego también es fundamental consumir nutrientes para proporcionar energía y evitar la fatiga. La solución para muchos jugadores son las bebidas deportivas. Después del juego es necesario comer alimentos que ayuden a los músculos a recuperarse lo más pronto posible y a reequilibrar sus cuerpos. Muchos nutriólogos recomiendan que la comida se realizase entre 30-45 minutos después de terminar el partido. La mayoría de las selecciones nacionales comen en los vestidores o en los autobuses. Un ejemplo de comida post-partido es una ensalada de pasta fría con atún, huevos y pavo. La hidratación también es súper importante en esta etapa.
Cuando los jugadores están por largos periodos fuera de casa, es importante adaptar la comida para que sea lo más parecida posible a lo que están acostumbrados. En años anteriores, los encargados de la cocina de la selección mexicana han llevado chiles secos, chipotle, jalapeños, chile en polvo, salsas picantes, maíz pozolero y nopales en conserva. Para el Mundial en Brasil del 2014, los jugadores tuvieron prohibido consumir carne de res un mes y medio antes de viajar, para evitar dar positivo en el control antidoping por clembuterol.
Imágenes | Hugo Lopez | John W. Schulze | jrsnchzhrs |
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