Su sentido del humor era sarcástico, realista y sabio. Además de ser chef y conductor de televisión, Anthony Bourdain también fue un gran promotor de la cultura y nos enseñó, que escribir de comida y gastronomía, va mucho más allá de seguir una receta y de hablar acerca de libros de cocina.
Es real, Anthony Bourdain nos enseñó a vivir no únicamente la gastronomía desde otros puntos de vista, también la vida. Y no se trata exclusivamente de mi opinión, sino de miles de escritores, periodistas y viajeros alrededor del mundo, que citan a Bourdain como una influencia fundamental en esta fuente.
¿Qué importan las etiquetas y los montajes hechos con insumos carísimos si no se pone atención a todo lo que existe detrás de un platillo? ¿si no se reconoce a la cultura de la que uno proviene y de donde se crea ese platillo que alimenta emocional y fisiológicamente a la gente? No importa nada, ciertamente.
Para mí, Bourdain fue como una especie de "luz en el camino". Recuerdo ver sus episodios de CNN No Reservations y compartir la mesa con grandes chefs, grandes figuras de la política y el espectáculo —y lo más importante-, grandes familias unidas por sus raíces gastronómicas ancestrales; personas que como tú y como yo, tienen una pequeña cocina, tan común y corriente como cualquier otra, y sin embargo, nos encanta preparar platillos que nos enseñó nuestra madre, nuestra abuela o esas recetas de familia que se van transmitiendo de generación en generación. Y es ahí —estoy totalmente de acuerdo con Anthony Bourdain-, en donde reside la verdadera esencia de la gastronomía. La cocina en manos de una generación.
Gracias a Bourdain aprendí que el periodismo gastronómico va más allá de hacer reseñas de restaurantes y escribir libros de cocina: también se trata de una cuestión enteramente ligada a lo social. Existe una responsabilidad social que nos atañe a todos por el simple hecho de formar parte de una sociedad; con el pequeño productor, con el medio ambiente, con el producto mismo, con la tierra ¿y por qué no verlo así?: con la misma vida, tú vida, mi vida.
Y a esto también le corresponde el periodismo de viajes, un vínculo inseparable del periodismo gastronómico, porque solamente así, podrás tener la fortuna de conocer otros sabores y técnicas que existen alrededor del mundo y otra forma de ver la vida, en estas actividades y platillos que se dicen con simples palabras, se resumen cientos de años de migración, de trauma y de triunfo en un único concepto (el plato, la obra final), sin duda, Bourdain NOS DIÓ UN MAYOR CONCEPTO DE OBLIGACIÓN.
Recuerdo haber leído a una columnista de The New York Times, que escribe sobre gastronomía, Natalie Compton,en una columna:
"Al crecer, pensé que sabía cómo se vería el viaje de los libros de Rick Steve y Lonely Planet. Mi hermana me mostró un episodio de No reservaciones hace un millón de años, y cambió todo". Probablemente no me hubiera mudado a Bangkok si él no hubiera filmado programas en el sudeste asiático. Y si no me hubiera mudado al sudeste asiático, podría no haber tenido la misma vida feliz de ahora, Anthony Bourdain me puso en el camino para vivir mi vida de ensueño".
Bourdain nos enseñó las realidades del mundo y de los viajes, nos explicó que viajar, investigar y adentrarse en la mente y la vida de los lugareños, es lo más importante, distinto a quedarte en un hotel de diamantes con una cocina pretenciosa que no cuenta ninguna historia y que no converge con las raíces y las enseñanzas de las culturas.
Sin duda Bourdain nos cambió totalmente la forma de ver lo que puede y debe ser la escritura de alimentos y viajes; si estás escribiendo sobre la comida de un lugar, entonces deberás (inminentemente) husmear en la historia de su cultura, y cómo es que ambos elementos logran moldear nuestro presente.
Hasta siempre Anthony Bourdain. ¡Feliz día!