En los últimos años las inmunizaciones, o vacunas, han ayudado a mantener a los humanos sanos, sin embargo recientemente ha surgido un debate sobre su seguridad y eficacia, creando movimientos antivacunas. Gracias a las vacunas se pueden prevenir muchas enfermedades que solían ser comunes como la poliomielitis, tuberculosis, hepatitis B, sarampión, difteria, tos ferina, rubéola, paperas, tétanos, rotavirus, Haemophilus influenzae tipo b (Hib). Siempre es mejor prevenir una enfermedad, que esperarse a la cura.
En México, desde 1991, existe el Programa de Vacunación Universal que busca proveer protección específica contra ciertas enfermedades mediante la vacunación gratuita. De hecho el esquema de vacunación mexicano es uno de los más completos de América Latina. La potabilización del agua y las vacunas son consideradas como las dos medidas de Salud Pública que han tenido un excelente impacto en la salud de los ciudadanos en todo el mundo.
Para entender cómo funcionan las vacunas, es importante recordar cómo funciona el sistema inmunológico. La inmunidad es la forma del cuerpo de prevenir enfermedades. Los niños nacen con un sistema inmune compuesto de células, glándulas, órganos y fluidos ubicados en todo el cuerpo. El sistema inmunológico reconoce los gérmenes que entran en el cuerpo como "invasores externos", antígenos, y produce proteínas llamadas anticuerpos para combatirlos.
La primera vez que un niño se infecta con un antígeno específico, el sistema inmune produce anticuerpos diseñados para combatirlo. Sin embargo este proceso toma tiempo, así que lo más probable es que el niño se enferme. Pero el sistema inmune va a recordar ese antígeno, así que la próxima vez que el antígeno entre en el cuerpo, el sistema inmunológico puede empezar a producir anticuerpos lo suficientemente rápido como para evitar que se enferme por segunda ocasión Esto se conoce como inmunidad.
Las vacunas contienen los mismos antígenos, o partes de los antígenos, que causan las enfermedades, pero de una forma atenuada o inerte que no causa enfermedad. Sin embargo, pueden hacer que el sistema inmunológico produzca anticuerpos que conduzcan a la inmunidad. Se podría decir que una vacuna es un sustituto más seguro de la primera exposición de un niño a una enfermedad. De esta forma los niños pueden desarrollar inmunidad sin sufrir de las enfermedades reales.
Algunas personas cuestionan por qué se necesita vacunar ante enfermedades que no son comunes. La realidad es que esas enfermedades son menos comunes gracias a las vacunas. Las bacterias o virus causantes de estas enfermedades siguen existiendo, las personas necesitan de las vacunas para protegerse. Incluso si sólo hay unos cuantos casos de esa enfermedad, al quitarnos la protección que nos dan las vacunas, más y más personas se infectarán y propagarán la enfermedad a otros. En cuestión de años se eliminara el progreso que la sociedad ha hecho a lo largo de los años.
En 1974, Japón tenía un programa de vacunación contra la tos ferina muy exitoso, con casi el 80% de los niños japoneses vacunados. Durante ese año sólo se registraron 393 casos de tos ferina en todo el país y no hubo muertes por tos ferina. Empezaron a difundirse rumores de que la vacuna contra la tos ferina ya no era necesaria y que la vacuna no era segura, y en 1976 sólo el 10% de los niños fueron vacunados contra esta enfermedad. En 1979 Japón sufrió una epidemia de tos ferina, con más de 13,000 casos de tos ferina y 41 muertes. En 1981, el gobierno comenzó a vacunar de nuevo contra la tos ferina, y el número de casos se redujo nuevamente.
Muchos hablan de sus efectos secundarios negativos, sin embargo los riesgos son muy parecidos a los de cualquier tipo de medicamento como los antibióticos o los analgésicos. Es cierto que las vacunas pueden causar incomodidad, dolor, enrojecimiento o sensibilidad en el lugar de la inyección, pero no se compara con las enfermedades que previenen. Los efectos secundarios graves después de la vacunación, como una reacción alérgica grave, son muy raros.
Posiblemente uno de los mitos más comunes relacionados con las vacunas es que causan autismo. En 1997, Andrew Wakefield, un cirujano británico publicó un artículo en The Lancet, donde sugería que la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola (SPR) era la responsable del aumento de casos de autismo en los niños británicos. El artículo fue desacredito debido a errores en el procedimientos, conflictos de intereses financieros no revelados y violaciones éticas. Andrew Wakefield perdió su licencia médica y el artículo fue retirado de The Lancet. Actualmente las causas del autismo siguen siendo un misterio. Varios estudios han identificado los síntomas del autismo en niños mucho antes de recibir la vacuna SPR. Investigación más reciente supone que el autismo se desarrolla en el útero, mucho antes de que nazca un bebé o reciba vacunas.
Es importante recalcar que la inmunización de cada niño también ayuda a proteger la salud de la comunidad, especialmente de aquellas personas que no pueden ser vacunadas, por ejemplo aquellos niños que son demasiado jóvenes para vacunarse o que no pueden recibir ciertas vacunas por razones médicas como la leucemia.
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