Dos de los propósitos de Año Nuevo más comunes son el bajar de peso y el llevar una alimentación más saludable. Año con año, miles de hombres y mujeres alrededor del mundo se proponen seguir una dieta estricta para lograrlo. Lo que a veces se olvida, es que esas metas podemos alcanzarlas cambiando algunos hábitos y eliminando de nuestra dieta alimentos que poco nos aportan.
Entre los hábitos que debemos incorporar a nuestra vida diaria figuran la inclusión de frutas y verduras, mantenernos hidratados, hacer ejercicio de manera regular y procurarnos suficientes horas de sueño. En cuanto a la alimentación, hay que considerar evitar o restringir el consumo de los siguientes alimentos.
Jugos procesados
Aunque normalmente son comercializados como jugos naturales, sus etiquetas revelan lo contrario: la gran mayoría de ellos están cargados con azúcares y endulzantes artificiales. Si bien podemos encontrar algunos etiquetados como sin azúcar al revisar su lista de ingredientes encontraremos otros endulzantes no naturales entre cuyos se efectos se encuentra el incremento de antojo por alimentos dulces, salados y con grasas no saludables, haciendo más difícil el conseguir nuestro objetivo de llevar una alimentación más sana.
Fruta enlatada y fruta seca
Las frutas por naturaleza son dulces, por lo tanto no debería ser necesario añadirles azúcar u otras sustancias para mejorar su palatabilidad. Sin embargo, este tipo de químicos son incluídos en la fruta enlatada, ya sea en forma de néctar, miel, almíbares o jarabes de azúcar, mismos que solo aumentan calorías innecesarias.
Por otro lado, las frutas secas también contienen azúcar añadido. Es cierto que agregan un poco de fibra y textura a la granola, al yogur, a la avena o a las barras energéticas, pero también una gran cantidad de calorías. Si aún así queremos incluirlas en nuestra alimentación, no hay que olvidarnos de tener en cuenta los tamaños de las porciones, revisar sus valores nutricionales y consumirlas con moderación.
Granos refinados
En las harinas refinadas se elimina el salvado y el germen de trigo, siendo éste uno de los granos con un mayor índice glucémico. Esto significa que al absorberse más rápido sus azúcares en el torrente sanguíneo nuestro cuerpo aumenta significativamente sus niveles de glucosa en la sangre.
De allí que los nutricionistas recomienden disminuir o eliminar el consumo de productos como el pan blanco, la pasta, las galletas y cualquier otro elaborado con harinas refinadas. En cambio, deben preferirse aquellos etiquetados como integrales o de granos enteros.
Cereales industriales
Durante décadas nos han vendido los cereales industriales como la mejor forma de iniciar el día: como un desayuno saludable. Pero la gran mayoría de ellos tienen un alto contenido de azúcar. Más aún, acostumbrados a llenar el tazón, es poco común que midamos la porción correcta, que es tan sólo de media taza.
Para sustituirlos, podemos optar por cereales naturales como la avena, que es rica en ácidos grasos omega-3, hierro, fibra y potasio. También tenemos opciones tan interesantes como las semillas de chía o de quinoa, las nueces y las almendras.
Embutidos
También es una buena idea limitar las carnes procesadas y embutidos de todo tipo como son el jamón y las salchichas, pues estos alimentos suelen tener un alto contenido en sodio y conservadores. Si bien son una fuente de proteína, es preferible que consideremos opciones más saludables como los huevos, la carne de pollo o el tofu.
Refrescos
A pesar de su alta disponibilidad y conveniencia para refrescarnos, este tipo de bebidas están llenas de azúcares y calorías y nada aportan en términos de vitaminas, minerales o carbohidratos de buena calidad. Su contenido de azúcar eleva los niveles de glucosa en la sangre rápidamente lo que eventualmente puede hacernos ganar peso y padecer de enfermedades como la diabetes, la resistencia a la insulina u otras.
