Las galletas con chispas de chocolate son las favoritas de todo el mundo. Es que, ¿cómo no amarlas? Nos encanta que sean crujientes por fuera y suaves por dentro, que el chocolate siga parcialmente derretido apenas das una mordida y ¿qué mejor forma de lograrlo que preparando tus propias galletas de chispas de chocolate en casa?
Pero aquí tenemos un problema importante: seguro has probado, como nosotras, un sinfín de recetas en internet que prometen ser las mejores y definitivas para preparar galletas de chispas de chocolate, pero ninguna llega a cumplir las expectativas. Quedan muy o crujientes o muy secas, o no terminan por tener esa consistencia que nos encanta. Encontrar la mejor receta para prepararlas no es un camino fácil y es mucho menos rápido de lo que uno quisiera.
Según nuestro criterio (super subjetivo, pero con el que estoy segura que podrán concordar) la mejor galleta de chispas de chocolate tiene que cumplir con ciertas características específicas: son esponjaditas -pero no tanto como un pastel-, son doradas por fuera y suaves por dentro y tienen el balance perfecto entre el sabor dulce y la sal. Con esta receta, nos aseguramos de que quedarán así.
Sin embargo, debo de mencionar que esta receta debe de prepararse con tiempo, pues se tiene que refrigerar la masa por al menos 24 horas antes de hornear las galletas. Pero a pesar de la espera, puedo asegurarles que vale la pena hacerlas. Así que: ¡manos a la obra!
Con ayuda de un colador, tamizamos la harina, el bicarbonato, polvo para hornear y la sal sobre un bowl mediano. Reservamos.
En otro tazón colocamos la mantequilla a temperatura ambiente, le servimos los azúcares y cremamos con ayuda de una pala hasta que quede esponjosa y de un color muy claro. También puedes hacerlo con la batidora. Una vez que estén bien incorporados, agrega el huevo y la esencia de vainilla. Mezclamos bien.
Ahora agregamos los ingredientes secos y mezclamos hasta que se incorporen bien. Añadimos las chispas de chocolate y las incorporamos suavemente.
Guardamos el tazón en una bolsa de plástico, la cerramos bien y la refrigeramos de 24 a 48 horas. Cuida no refrigerarla más de tres días.
Cuando estés listo para hornear las galletas, precalentamos el horno a 180°C. Engrasamos una charola o la cubrimos con papel encerado. Con ayuda de una cuchara normal o con una scoop (para servir helado) tomamos pequeñas porciones de galleta y servimos sobre la charola en bolitas medianas, como del tamaño de una pelota de ping-pong y completamente redondas. Recuerda dejar al menos 7 centímetros de distancia entre cada bolita para evitar que se peguen.
Si lo deseas, espolvorea con un poco de sal de mar gruesa antes de meterlas al horno. Hornea por 10-11 minutos, hasta que empiecen a agarrar un color doradito en la superficie, pero sigan suaves. Cuida mucho el tiempo de horneado porque si las dejas más tiempo quedarán crujientes, un poco duras y cafés.
Retira del horno y deja enfriar las galletas por 3-4 minutos en la charola y, con cuidado, pásalas a una rejilla para que se terminen de enfriar.
Disfrútalas con un vaso de leche fría. ¡Provecho!
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