No hay nada mejor que incluir verduras frescas en tu consumo diario y ¿qué es más fresco que recogerlas de tu propio huerto casero? Aquí te contaremos como puedes sembrar tus propias espinacas en casa para que tengas un suministro infinito para tus ensaladas, desayunos y demás. Lo mejor de todo es que no requiere de un huerto super especializado o de mucho espacio: puedes sembrarlas tan solo en una maceta.
Según FoodData Central, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, las espinacas son una bomba de minerales como hierro y potasio, antioxidantes, vitamina A y C. Además, se trata de una hortaliza pequeña, por lo que son ideales para cultivar desde casa en huertos reducidos, con pocos materiales y en cualquier época del año, ya que son vegetales muy dóciles.
Necesitaremos:
Semillas de espinaca (puedes conseguirlas en cualquier supermercado o semillero)
Una maceta mediana (aproximadamente de 30 cm)
Manos a la obra
Lo primero que tenemos que hacer es colocar las semillas de espinaca en agua un par de horas antes. De esta forma, las semillas estarán bien hidratadas y germinarán más fácil. Recuerda que las semillas que estén 'huecas' flotarán en el agua, mientras que las útiles se quedarán en el fondo del recipiente. Así podrás asegurarte de que las semillas que uses tendrán más probabilidad de germinar.
Una vez que las semillas estén bien hinchadas, procederemos a preparar la maceta en la que se encontrará nuestro cultivo. Si así lo prefieres, en el fondo de la maceta puedes colocar de 4 a 6 rocas o piedras de río, ya que estas ayudarán a que la tierra no se sedimente y que el agua de riego pueda drenarse de forma adecuada. Procura que no cubran los agujeros de la maceta por los que sale normalmente el agua.
Después coloca la tierra o sustrato, de preferencia que esté preparada para cultivos de interior, ya que tendrá los nutrientes necesarios para que tus espinacas crezcan grandes y sabrosas. Si no pudiste conseguirlo, puedes simplemente abonar la tierra que vas a utilizar. Procura que la tierra quede 'floja' porque así tu semillas podrán respirar mejor.
Una vez que esté preparada la tierra, comienza a hacer pequeños surcos de una profundidad aproximada de 1.5 cm, procura que estos estén ligeramente separados. Después coloca dentro un par de semillas, de preferencia que no estén muy cercanas una de la otra.
Una vez que hayamos colocado las semillas, cubrimos con una cantidad pequeña de tierra suelta (cuida que no esté apretada, de otra forma a los brotes se les dificultará emerger) y regamos.
Las espinacas no necesitan luz directa del sol para germinar, así que puedes mantenerlas en tu cocina o en cualquier zona de sombra en tu huerto.
Procura regar tu maceta con regularidad. Es importante que se mantengan hidratadas, pero cuida de no encharcar el sustrato con demasiada agua.
Nuestras primeras plantas habrán germinado aproximadamente a las dos semanas de haber iniciado la siembra. Si notas que han comenzado a crecer 'encimadas', puedes simplemente arrancar las menos “atractivas” de raíz y, dejar la que se vea mejor.
Podrás cultivar tus espinacas a los dos meses de haberlas sembrado y, una vez llegados a este punto, puedes escoger dos técnicas de cosecha: arrancarlas de raíz y consumirlas completas o simplemente cortar las hojas externas y más grandes de la planta, para permitir que la planta siga creciendo y que puedas tener espinaca fresca día con día.