Desde el 2008, el 26 de marzo es el Día Internacional de la Epilepsia, también conocido como el Día Púrpura. Hoy hablaremos acerca de este padecimiento que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, afecta a 50 millones de personas a nivel mundial, y a 2 millones en México. El problema en nuestro país, y en muchos otros, es que tres cuartas partes de estos pacientes no reciben el tratamiento adecuado.
A pesar de todos los avances, todavía existen muchos prejuicios y estigmas que relacionan la epilepsia con un retraso mental o con un tipo de incapacidad, social y laboral. Todo esto limita los derechos de los pacientes, además de que provocan un retraso en la detección oportuna del padecimiento, un diagnóstico oportuno, acceso al tratamiento y la inclusión en la sociedad de los pacientes que padecen esta enfermedad.
¿Qué es la epilepsia?
Se trata de un trastorno neurológico crónico que se caracteriza por convulsiones recurrentes. Las convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar a una sola parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas). Las convulsiones son el resultado de descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales.
El tipo más frecuente de epilepsia es conocido como idiopática, la cual no tiene una causa identificable. El otro tipo de epilepsia es conocido como secundaria, entre cuyas principales causas destacan daño cerebral por lesiones prenatales o durante el nacimiento, malformaciones congénitas, traumatismos craneoencefálicos graves, infartos o derrames cerebrales, infecciones como meningitis y encefalitis o neurocisticercosis y tumores cerebrales.
Debido a las crisis epilépticas, las personas con epilepsia tienen más posibilidades de sufrir fracturas, heridas, golpes y caídas, así como de experimentar ansiedad y depresión. Las personas epilépticas presentan un riesgo de muerte prematura tres veces mayor que la población general. Las tasas más altas se registran en países de ingresos bajos y medios, así como en las zonas rurales. Muchas de las muertes relacionadas con la epilepsia se asocian con causas previsibles, como caídas, ahogamientos, quemaduras y crisis prolongadas.
Cuando se tiene un diagnóstico adecuado de la epilepsia, es posible controlar la enfermedad a través del tratamiento adecuado. El tratamiento más común es el consumo de un medicamento anticonvulsionante diario, el problema es el acceso a este tipo de medicamentos. Según la OMS la disponibilidad de medicamentos antiepilépticos genéricos en el sector público de los países de ingresos bajos y medios, es inferior al 50%.
¿Qué hacer durante una crisis epiléptica?
Comúnmente una crisis dura entre 60 a 90 segundos, y lo más importante es mantener la calma y ayudar al paciente a partir de las siguientes recomendaciones:
- Quite objetos cercanos al paciente con los que pueda hacerse daño y coloque una almohada o una prenda de vestir doblada bajo su cabeza para que no se golpee
- Voltee la cabeza del paciente hacia un lado para permitir que la saliva o cualquier otro líquido salga fácilmente. No intente meter ningún objeto en su boca
- Afloje la ropa del paciente. No se alarme si deja de respirar y se le ponen los labios morados, esto suele durar muy poco y no necesita ninguna maniobra de reanimación
- Observe los movimientos del paciente durante la crisis así como su duración, con el fin de compartir esta información con el médico
- Mantenga una atmósfera tranquila cuando el paciente se recupere de la crisis. Permita que descanse y, si se lo pide, cuéntele lo que pasó
- Si la crisis es breve, haga una cita con el médico para revisión del paciente. Si se presentan crisis continuas, sin recuperación de conciencia o la crisis dura más de 10 minutos, consulte de inmediato al médico o lleve al paciente al hospital más cercano
Vía | Landsteiner Scientific
Imágenes | Ken Burton | afri. | Martin Garrido |
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