La semana pasada hablamos del queso manchego, un queso originado en España que hoy en día es muy reconocido. Pero el mundo de los quesos es grandísimo, por lo que hoy hablaremos de un queso de origen griego, que tradicionalmente se hace con leche de oveja o de cabra, aunque hoy en día se encuentra también elaborado a base de leche de vaca, haciendo su consistencia más firme
Estamos hablando del queso feta, un queso suave, desmoronable, de sabor salado y un poco picante; un queso blanco que es curado y almacenado en un líquido como si de una salmuera se tratara. Además, el queso feta es mucho más bajo en calorías que otros tipos de queso y siempre que sea en moderación, es una adición saludable a nuestra alimentación.
Si al degustarlo nos detenemos unos minutos a apreciar sus características, nos daremos cuenta de que tiene unas dualidades bastante interesantes. Por un lado aunque es salado sigue teniendo una consistencia lechosa, está madurado pero aún es joven, y su sabor es suave pero aún así no se desvanece.
Otro dato importante que debemos saber sobre el queso feta es que al igual que en todos los quesos bien reconocidos, se encuentra en diferentes grados de calidad. Sin embargo, la mayoría han sido madurados en periodos de entre 2 y 12 meses; además, conforme más tiempo pasa, su sabor salado se incrementa.
Para deshacernos de este sabor salado, lo mejor es sumergir el bloque de queso feta en una mezcla mitad agua y mitad leche durante aproximadamente una hora antes de que vayamos a servir el queso feta para comer.
Consejos para su conservación
Para quienes gusten del queso feta, hay algunos consejos que debemos seguir para sacarle mayor partido a las propiedades de sabor y textura que nos ofrece. El primero de ellos es evitar comprar el queso feta desmoronado, pues eso es signo de que es un producto altamente industrializado.
Además si el queso feta que compramos está en salmuera, lo mejor es intentar mantener ésta última únicamente reemplazando el agua. Ahora bien, si queremos emular esa salmuera, la solución es disolver una parte de sal de mar con una parte de agua, o bien en aceite de oliva.
No olvidemos además que al estar sumergido en algún líquido se limita su exposición al aire, evitando que se seque y que cambie de sabor y aroma. Otro punto importante a tener en cuenta es que el queso feta debe durarnos varios meses, aunque si en algún momento nos entra la duda, lo mejor será no consumirlo.
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