Es muy probable que tu primer gesto cuando abres cualquier botella de PET de un aceite (puede ser de girasol, de soya, de oliva o de canola) sea tirar de esa anilla y desecharla vilmente.
Sin embargo, en la industria alimentaria casi nada pasa por casualidad y las anillas de las botellas del aceite no iban a ser menos. No es que este anillito que a veces se enclaustra en el dedo sea un capricho técnico, pero tampoco es solo una cuestión, como habrás visto a veces, para preservar la calidad del aceite.
Pasa con las garrafas de cinco litros, con los envases de tres litros y también con formatos más pequeños, tanto en PET como en cristal, para las botellas de litro o de medio litro. Nada queda al azar en estas anillas que, sin embargo, acaban yendo a la basura a las primeras de cambio.
Por desgracia, prescindir de ellas lo único que supondrá es empeorar la calidad de nuestro aceite a medida que lo vayamos utilizando (algo especialmente evitable en los grandes formatos).
No obstante, el de la conservación no es el único dilema para aprovechar este anillo. Sobre todo cuando sabemos quiénes son los peores enemigos del aceite y así debes conservarlo en casa y el daño que luz, calor u oxígeno puede hacer.
Por eso, las envasadoras de aceite, en especial de oliva ponen esta anillita que, una vez arrancada, puedes dar la vuelta y poner sobre el tapón para evitar que el aire (y por tanto el oxígeno) entre y empiece a oxidar nuestro aceite.
Del mismo modo, en botellas pequeñas, este anillo que puedes reutilizar tiene una virtud práctica que te permitirá no manchar la cocina o aprovechar solo un hilo de aceite de oliva en tus platos, sin que salga a borbotones. Cuando la colocas sobre la botella permite no ensuciar más de la cuenta y servir el aceite de forma fácil, rápida y limpia sin complicaciones.
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Artículo original de DAP.
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