Cada vez hay más personas que prefieren consumir sustitutos de carne, debido al impacto ambiental y en la salud de este tipo de comestibles. Por lo tanto, la oferta de alternativas proteicas que suplan ese cambio también ha crecido. La entomofagia, como se le llama a la práctica de consumir insectos, es una de ellas. Y de acuerdo con un reporte reciente, podría ser el futuro de la alimentación “sin carne”.
El informe fue realizado por Barclays, una compañía de servicios financieros con sede en Londres, y arrojó que el mercado de los insectos será tan prolífico en unos años, que para 2030 tendrá un valor de cerca de 8 mil millones de dólares.
Esto, debido a que las propiedades nutritivas de estos animales cada vez son más exploradas y valoradas: en general contienen entre 57% y un 75% de agua, así como entre un 14% y un 24% de proteínas y cantidades importantes de fibra. Además los artrópodos, que son el reino animal al que pertenecen, son el grupo más numeroso que existe sobre el planeta, lo cual asegura su disponibilidad y hasta lo económico de su cría y recolección.
Por lo mismo, ya muchos restaurantes alrededor del mundo los han incluido en sus menús —como Grub Kitchen en el Reino Unido y The Black Ant en Nueva York, en donde las cartas están diseñadas exclusivamente en función de ellos—. A este paso aproximadamente 2 mil millones de personas en 130 países ya los consumen de forma regular. Existe también una tendencia creciente a convertirlos y adicionarlos a productos de consumo consuetudinario. Tal es el caso de snacks, barritas y hasta alimento para mascotas en los que se les incluye.
¿Qué pasa al respecto en México?
Nuestro país no es la excepción. Aquí es una práctica que se remonta a la época prehispánica. Esto se documenta en el Códice Florentino, escrito por Fray Bernandino de Sahagún, en donde se describen 96 especies de insectos comestibles, las cuales aún se consumen.
Al día de hoy se han contabilizado unas 500 especies de insectos comestibles en la República Mexicana, y eso que sólo se han explorado parte de los estados del centro, sur y sureste del país.
Sin duda son una parte básica de nuestra alimentación. Acá es casi impensable que en una carta de restaurante no haya por lo menos una opción con chapulines, hormigas chicatanas, escamoles y hasta cocopaches. Aún hay muchas personas reacias a comerlos de forma habitual, pero no son la mayoría.
Además aquí también existe un micromercado de productos naturales fortificados proteínicamente con insectos. Se han hecho harinas y distintos snacks que incluso se exportan.
Si eres de los que aún no se anima a probarlos, piensa que en el futuro seremos muchos millones más y para poder mantener la salud del planeta debemos buscar otras opciones sostenibles desde ahora.
Fuentes: Business Insider | Profeco