Falleció el tata Toledo. El pintor oriundo de Juchitán, al sur del estado de Oaxaca, que durante toda su vida fuera igualmente un defensor aguerrido, pero pacífico, de mantener intactas las costumbres culinarias mexicanas.
Francisco Toledo partió a los 79 años la tarde de éste jueves 5 de septiembre, víctima de un cáncer que hacía tiempo lo venía debilitando. Su pérdida ha sido dolorosa para muchos y, aunque el legado que dejó es amplísimo, nosotros echaremos mucho de menos su activismo gastronómico.
Tamales, no McDonald’s
Una imagen que en Oaxaca nadie olvida del artista zapoteco es una de agosto del 2002. Él, sirviendo tamales de mole, rajas y coloradito a cientos de personas que igual que él se oponían a la apertura de una sucursal de McDonald’s en el Centro Histórico de la ciudad colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esa fue su protesta: una tamaliza. También se le veía caminando por el Andador Turístico de la ciudad, o afuera de las iglesias y puntos repletos de turistas repartiendo volantes, convenciendo a todos de no dejar pasar a McDonald’s al centro de Oaxaca. Y lo logró. Lo lograron entre todos. El gobierno local de ese entonces, encabezado por Gabino Cué, dio marcha atrás a las intenciones de la millonaria trasnacional de comida rápida.
El lugar que ocuparía el local del sello estadounidense se mantuvo desocupado un tiempo. Luego otra cadena, Oxxo, se interesó en él y consiguió el permiso para establecerse ahí con toda la parafernalia de colores amarillo y rojo que lo distinguen en cualquier parte. Toledo saltó de nuevo. Movió a más gente a manifestarse para que las autoridades obligaran a la empresa regiomontana a no mover un ápice de la estructura original del edificio, ni a modificarle la fachada, ni nada.
Lo volvió a lograr. El Oxxo existe en la actualidad, pero pasa desapercibido porque está camuflado con la cantera de las paredes que identifican ese cuadro principal de la capital oaxaqueña.
Que viva el maíz
Esa fue otra de sus eternas luchas: la de repudio al maíz transgénico. En 2014, cuando el entonces senador de la república Armando Ríos Píter propuso dejar de consumir el 60% de los 12.5 millones de toneladas de maíz que se compraban a Estados Unidos, para mejor traerlo de Brasil, Argentina y Canadá, Toledo aglomeró nuevamente a la comunidad artística, científica y cultural en torno a la misma consigna: no a los granos modificados que vendrían aparejados a la propuesta de Ríos Píter.
El pintor hacía un llamado a las autoridades para dotar de mejores condiciones al campo mexicano, que lograran con el tiempo una autosuficiencia alimentaria que proveyera de granos saludables, sin aditivos ni modificaciones genéticas que a la larga se relacionan con problemas a la salud.
El tema es tan complejo, que ni con las miles y miles de firmas de apoyo que consiguió Toledo, ni con las alianzas con GreeenPeace, ni con las huelgas de hambre, ni con las pancartas y exposiciones alusivas al tema, se ha podido hacer gran cosa al respecto. Como bien lo dijo él mismo en su momento, “contaminar nuestro maíz es herir el corazón de México”.
Extrañaremos a Toledo por muchas razones. Nos hará falta verlo deambulando por Oaxaca, siempre con una demanda justa en la boca, buscando reivindicar con el arte uno de los derechos humanos más humanos que existe: el de comer de forma digna y cercana a las raíces de las que provenimos todos.
Buen viaje, tata, maestro Toledo.
Por si te interesa…
El Museo Nacional de Culturas Populares de la Ciudad de México rendirá homenaje al artista plástico dando acceso libre a la exposición “Toledo Ve” este fin de semana. Puedes llevar una flor blanca si deseas contribuir a su ofrenda.