Suena muy grave, pero de acuerdo con una investigación liderada por el profesor Nicolas Cherbuin, de la Universidad Nacional Australiana, es muy real. No sólo eso: encontraron que en la actualidad una persona consume por lo menos 650 calorías más de lo que era el estándar en la década de los setentas, lo que equivale a una hamburguesa con refresco y papas fritas. Es decir, algo que podríamos comernos en una sentada casual.
De acuerdo con el especialista ello, aunado a una generalizada falta de cultura deportiva, aumenta de forma considerable el riesgo de padecer demencia y hasta de sufrir una reducción del tamaño del cerebro.
Lo irreversible del asunto deviene de lo tarde que muchas personas llegan a rutinas de comida saludable y ejercicio cotidiano. No obstante, de acuerdo con lo hallado por el australiano, esto puede no tener efectos irremediables si en edades tempranas se adoptan dichos hábitos, o si incluso en la adultez se opta por un estilo de vida más sano y no se suelta más.
Los resultados obtenidos están basados en más de 200 experimentos con personas a las que se les midió la salud cerebral y se correlacionó con su tipo de alimentación y sedentarismo. Una cifra que llamó la atención de los colaboradores de este proyecto de la Universidad Nacional Australiana, es que en la actualidad el 30% de la población adulta del mundo es obesa, y que más del 10% de ellos tienen alto riesgo de presentar diabetes tipo 2 en 2030.
Ahora bien, expertos como Ana Luisa Sosa, investigadora del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, en la CDMX, aseguran que alrededor de 47 millones de personas viven con demencia en el mundo, que en México hay un millón y cada tres segundos se detecta un nuevo caso. Sólo en Ciudad de México hay 90 mil de ellos.
Es claro que no todos los afectados sufren de ello a causa de lo que se llevan o se llevaron a la boca. Hay muchos más factores a tomar en cuenta. No obstante, la cifra pone a pensar al momento de cotejar con otro hecho: de acuerdo con la FAO somos el país con mayor número de personas obesas en el mundo. Y eso no es asunto menor.
Es imposible no sentir de vez en cuando antojo de un alimento pecaminoso, pero sin duda hay que pensar mucho más a futuro. Quizá lo que tenemos hoy en el plato nos cobre altas facturas después.
Fuentes: Daily Mail | La Jornada