Los guisados con adobo son indispensables en toda cena navideña mexicana, incluso en las cenas de Año Nuevo. No hay nada más clásico que carne de puerco con adobo, es delicioso y la carne de cerdo combina muy bien con los condimentos y los chilitos de esta preparación. Esta última cena del año acompáñala con cualquier tipo de platillo, pero que no te falte tu adobo con carne de cerdo.
Breve historia del adobo
El adobo es un condimento que agrega una bomba de sabores a todo y ¿cómo no?, si es una combinación de muchos chiles que le dan ese toque picosito a nuestros platillos. ¿Pero de dónde viene? La verdad es muy común en países como México, Perú, Venezuela, Costa Rica y Uruguay, entre muchos otros, debido a que fueron países que estuvieron bajo la influencia española, sobre todo de su cocina.
El adobo era una técnica de conservación de carnes originaria de los españoles desde el siglo XV (esto lo sabemos gracias al libro de cocina medieval The Forme of Cury: Medieval Cookbook) y fue traído a México cuando llegaron al continente. La receta española tenía como ingrediente clave el pimentón, lo que le daba el color rojo, pero como en toda cocina le fuimos agregando y quitando ingredientes hasta tener un adobo a base de chiles.
La preparación de la carne de puerco queda a tu consideración, la verdad es que en esta cocina se prefiere bien doradita, pero a algunos les gusta que quede jugosa o en términos de cocción distintos. ¡Eso lo dejamos a tu gusto!
Ahora sí, ¡qué desfilen los chiles!
Vamos a iniciar cortando los chiles por la mitad de forma vertical, y les vamos a quitar las semillas y las venas.
Los colocamos en un recipiente y los cubrimos con agua caliente para dejarlos ablandar por 20 minutos.
Pasado el tiempo de reposo agrega en tu licuadora los chiles, el vinagre de manzana, el diente de ajo pelado, el comino, el orégano, la hoja de laurel, la sal y la pimienta.
Del agua en la que se remojaron los chiles, agrega media taza para que no quede tan espeso y pueda untarse. Puedes ir midiendo la cantidad de agua a tu gusto si lo prefieres. Licúa hasta que todo quede integrado en una pasta suave.
¡Vualá! Nunca pensaste que fuera tan fácil hacer el adobo.