El chocolate amargo es muy saludable, pero también difícil para algunas personas, ya que su sabor dista de ser dulce. Incluso llega a ser astringente para el paladar. Si tienes barras de chocolate de este tipo en tu alacena y nunca las habías usado, llegó el momento de que lo hagas.
A continuación te damos unos tips básicos para que lo incorpores a tus recetas del diario. Toma nota.
- No lo encasilles solo para postres. El chocolate amargo (por arriba del 80% cacao, y hasta el 100) puede usarse también en comida salada. ¿Te imaginas un adobo de chiles tatemados con un poco de la cremosidad y textura de un chocolate intenso derretido?
También puedes derretirlo en una fuente, o en baño maría, y dejarlo caer en hilos sobre croissants, struddels o hasta tartaletas saladas con carne.
Es buena opción de desayuno. Puedes moler tus barras de chocolate de cacao concentrado y agregarlo como topping a un bowl con avena cocinada, o con quinoa y frutas frescas.
No permitas que te gane el paladar acostumbrado al azúcar. Si ya estás agregando chocolate amargo a una receta de postre, no caigas en el error de retacar de azúcar la preparación para balancearla y sea lo mismo que has probado siempre. Evita agregar frutas con demasiada fructosa, azúcar mascabado, jarabes. Disfruta de ese sabor terroso. No siempre podemos conseguirlo.
Muy importante: no desperdicies lo que te sobre. Una de las ventajas de este ingrediente es que puede volver a su forma y estado original, si lo guardas correctamente. Así tendrás chocolate de primer nivel todo el año.
Prueba el siguiente truco: muele el chocolate a término medio y agrega un poco de sal de mar o del Himalaya sobre él. Luego pásalo a un bowl, revuelve bien, y ponlo al lado de una tabla de quesos. Ya verás qué gran éxito será eso.
Cuando lo resguardes, intenta que sea a temperatura ambiente, si vives en un sitio templado. Si no, mejor mételo al refri. En caso de que lo expongas mucho al calor, perderá muchas de sus propiedades organolépticas.
Fuentes: Mejor con Salud 1 La Nación