Los sándwiches pueden ser muy sencillos y aun así tener sabores muy atractivos que los hacen fuera de lo normal. Por lo general, cuando pensamos en ellos tenemos la costumbre de creer que son algo que no requiere mayor trabajo. Unas rebanadas de pan, de jamón y de queso nos pueden dar un sándwich, pero también podemos activar nuestra imaginación para hacer algo más interesante.
Hoy te traemos esta receta de fin de semana de cómo hacer un ‘Sándwich cubano’, la receta fácil para preparar cualquier día de antojo, que sea fácil y te saque del apuro. Los sándwiches han sido y serán siempre una opción, buena, bonita y "barata" de llevar contigo un tentempié o una comida completa a durante los días en que por cualquier motivo no puedes disfrutar de una comida casera.
Un poco de historia
La historia establece los orígenes de este en el siglo XVIII y según cuenta la leyenda recibe su nombre de John Montagu, IV conde de Sandwich, un aristócrata del siglo XVIII. A él le gustaba comer de esta forma porque así podía jugar a las cartas mientras comía, sin ensuciarse los dedos se dice que en 1762, estuvo veinticuatro horas ante una mesa de juego y para calmar el hambre, pidió un poco de carne entre dos rebanadas de pan, y fue debido a este suceso que se le puso el nombre de sándwich a esta nueva forma de comer los alimentos de una manera fácil, rápida y sin necesidad de cubiertos.
Origen del cubano
El origen del sándwich cubano es poco claro, de hecho circulan un par de teorías al respecto. La primera, nuestra preferida, apunta a que este sándwich fue el invento conjunto de los trabajadores de una fábrica de habanos ubicada en Ybor City, Florida. Inmigrantes de todo el mundo, los italianos aportaron el salami; los cubanos, el cerdo asado; los españoles, el jamón; y los alemanes, los pepinillos y la mostaza. Un tentempié contundente que comían en los descansos de sus largas jornadas laborales.
Por otro lado, en Miami existe la creencia que es originario de Cuba y que ya se vendía en La Habana a lo largo del siglo XX. El sándwich cubano aparece en los libros de cocina de la Sección de Gastronomía Nacional del Ministerio de Comercio Interior durante la década de los 70, donde se registra el uso de mortadela en lugar de salami.
1500 g de paleta o brazuelo de cerdo deshuesado, sin la parte de grasa 100 ml de aceite de oliva virgen extra 100 ml de zumo de naranja Zumo de un limón Ralladura de la piel de una naranja 8 dientes de ajo 1 cucharada de orégano 1/2 cucharada de comino en polvo 1 taza (o un puñado grande) de hojas de perejil 1/2 taza de hojas de menta o hierbabuena
2 barras de pan 8 lonchas de jamón cocido o asado Pepinillos en vinagre Queso en lonchas Mostaza Mantequilla a temperatura ambiente
Cortamos los panes por la mitad, longitudinalmente, y untamos el interior de la tapa con mostaza. En las otras mitades del pan vamos colocando los ingredientes: el jamón, el salami, el lomo, el queso y el pepinillo (previamente loncheado). El chiste de este platillo es el orden de los ingredientes.
Cerramos los bocadillos con las tapas y untamos la superficie de cada uno con mantequilla a temperatura ambiente o derretida. Colocamos los bocadillos en una sandwichera, cerramos y dejamos que se tueste el pan unos minutos.
Si tenemos una plancha con calor regulable, lo ponemos a temperatura suave para que el queso se funda lentamente. Una vez listos, cortamos los sándwiches cubanos por la mitad y servimos inmediatamente.
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