Las botanas de queso con elementos crocantes o frutales son un clásico para las temporadas navideñas; podemos experimentar mezclando casi cualquier cosa con queso y sabremos que es casi una garantía de que salga bien. Aunque usualmente se hacen con queso crema, nosotros decidimos hacer unos rollos de queso brie y arándanos que por sus sabores hacen una perfecta combinación para abrirnos el apetito para la cena de Navidad.
Esta receta necesita de arándanos abundantes para poder equilibrar el sabor del queso brie, y nosotros recomendamos agregar algún toque crocante como pistache, nuez, almendra e incluso nueces caramelizadas, ahhh y también puedes ponerte creativo con alguna salsa frutal de moras, piña o el ingrediente que tengas a la mano.
El queso Brie se diferencia por una capa blanda color marfil
El queso brie es un queso francés de textura suavecita y cremosa que suele confundirse con el Camembert, aunque los dos son de regiones distintas, al igual que sus características.
El queso brie tiene este nombre porque alude a la región geográfica francesa del mismo nombre Brie, cercana a la Champaña.
Este queso tradicional francés se cura de forma artesanal, ha de ser en un proceso vigilado durante unas 8 semanas aproximadamente y se elabora con leche cruda de vaca.
Este queso posee un sabor tenue a moho, una de las características más apreciadas de este ingrediente, aunque no es tan marcado como el queso casu marzu.
Este queso suele digerirse más por tener una maduración completa, lo que también le da un toque bastante salado.
Para sorpresa de muchos, su contenido en grasas y calorías del queso Brie son menores a las de otros quesos. Es muy nutritivo: es rico en calcio, fuente de fósforo, vitamina B12 y proteínas de calidad, tanto si se trata de un queso brie pasteurizado o elaborado con leche cruda. Pero ha de estar curado un mínimo de cuatro semanas.
La mayoría de la materia grasa del Brie se encuentra en forma de ácidos grasos monoinsaturados (8 g por cada 100 g), lo que lo convierte en cardiosaludable. Solo 0,86 g de cada 100 g son ácidos grasos poliinsaturados.
Empezaremos tener nuestro queso a temperatura ambiente para poder moldearlo. También puedes suavizarlo en una sartén o en un horno.
Para hacerlo con una sartén vamos a llevar nuestro banco de queso en una sartén con un poco de aceite de oliva, prepáralo vuelta y vuelta, hasta que esté derretido por dentro.
Una vez que esté moldeable vas a llevarlo al papel encerado donde ya extendiste tus arándanos con pistaches troceados.
Recuerda que el papel debe de estar abundante de nuestros ingredientes para que se adhieran con el calor del queso.
Con ayuda del mismo papel comienza a darle una forma de tronco y compáctalo envolviendo al mismo tiempo de arándanos y pistaches. Aprieta lo más que puedas y asegúralo con hilo para llevarlo a la misma sartén en la que ablandamos el queso.
Dejamos nuestro rollo de queso en el papel encerado a flama muy baja y lo tapamos por 5 minutos. Procura ir dando vueltas para que se ablande lo suficiente y esté listo para degustar.
Puedes servirlo así suave y derretido, aunque también puedes dejarlo en láminas sólidas, pero recomendamos más el queso fundido.
Acompaña con galletas saladas y si lo deseas con alguna mermelada frutal.
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