Toda la vida hemos escuchado que lo mejor para combatir el calor del verano —y de cualquier temporada del año— es un trago muy fresco y en especial una cheve, pero la verdad es que es un mito urbano que se salió de control; fuimos pavloveados (sí, como el perro de Pavlov con la campana) y nos hicimos a la idea de que una cerveza nos ayuda a contrarrestar el calor, pero es todo lo contrario, ya que es muy deshidratante.
Automáticamente pensamos que una cerveza nos va a quitar el calor porque históricamente hemos asociado ambos elementos con algo completamente efectivo, pero la realidad es que después de una cerveza casi siempre tenemos espacio para una más por gusto o para seguir lidiando con el calor; esto resulta ser el efecto de la deshidratación, ya que nuestro cuerpo pide algo más que lo ayude a mantener los niveles adecuados.
¿Qué ocurre cuando tomamos cerveza?
En una entrevista para The Conversation, Miguel Herrero un científico del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación, afirmó que erróneamente se ha creído que la cerveza ayuda a hidratarnos.
“No puede ser buena para hidratarnos porque el alcohol tiene un efecto diurético que conlleva una alta deshidratación. Por idéntica razón, la cerveza tampoco ayuda a que el organismo se recupere después de un deporte intenso”
La cerveza también tiene la cualidad de ser un vasodilatador; esto quiere decir que provoca una sensación de calor y es por ello que muchas veces puede enrojecer tus mejillas cuando se dilatan los vasos sanguíneos, ya que el calor corporal se direcciona a la superficie de la piel. Y la razón por la que solemos ir al baño a cada rato cuando la tomamos es porque inhibe la producción de vasopresina, una hormona del cerebro que tiene la función de regular la retención de líquidos.
¿Entonces sí puedo tomar o mejor no?
Una cerveza de vez en cuando no hace un daño irreparable, así que si planeas tomarla, te sugerimos que tengas en mente las cantidades máximas sugeridas y la importancia de beber también agua. Elmer Huerta, especialista en salud pública y colaborador de CNN en Español advierte que:
"La idea sería que la persona, si quiere tomar alcohol, que no se pase de una cerveza por cada dos horas, que es el tiempo que el hígado necesita para metabolizar el alcohol que está en una botella de cerveza o en una copa de vino. Es decir, una cantidad muy leve, muy moderada".
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