Al igual que yo, seguramente se habrán dado cuenta que en los últimos años han ido surgiendo más y más utensilios de cocina fabricados con silicona, siendo mucho más baratos que los tradicionales y bastante resistentes al calor. Es fácil encontrarlos en los supermercados, tiendas especializadas y hasta en ventas por catálogo; y tenemos que confesar que sus atractivos colores y diseños nos han tentado más de una vez.
Pero quizá como a mí, les ha sido difícil hacer el cambio de aquellos utensilios tradicionales que durante generaciones nos han funcionado perfectamente, sobre todo tratándose de los moldes para hornear. Lo cierto, es que son una excelente y accesible opción si es que apenas nos estamos haciendo de lo básico para nuestra cocina o si necesitamos reemplazar alguno que se ha estropeado. Veamos qué es lo que debemos considerar antes de llevarlos a nuestras cocinas.
Material
Este es un punto básico que debemos considerar en cualquiera de los utensilios de cocina. En el caso de la silicona, es un material estable y sintético que no es sensible a los cambios de temperatura, de tal modo que no se quiebra si pasa de frío a caliente (o al revés), como tampoco pasa restos materiales a los alimentos ni durante la cocción ni al almacenar en ellos. Por si esas propiedades no terminaran de convencernos, la silicona es antiadherente, no retiene olores y es resistente a las manchas ¡todo un sueño para las amas de casa!
Flexibilidad
Seguro lo habrán ya notado: los moldes de silicona son realmente flexibles, lo que nos facilita el desmoldar nuestros alimentos sin dañar su forma. A todos nos ha pasado con los moldes de aluminio e incluso con los de teflón, que si no engrasamos y enharinamos correctamente se nos quedan pegados. Eso no sucede con los moldes de silicona, por lo que esos bonitos diseños que tienen quedan sin imperfecciones grabados en nuestros pasteles.
Pero versa el refrán que no todo lo que brilla es oro, y la flexibilidad de la silicona tiene una desventaja, sobre todo cuando se trata de moldes grandes o largos, pues meterlos o sacarlos del horno puede convertirse en todo un reto. En este sentido, la recomendación es colocar dichos moldes en bandejas antes de meterlos al horno para así evitar cualquier derrame o accidente.
Aislamiento
Quizá es una de sus propiedades menos discutidas, pero la silicona aísla las masas y mezclas de los puntos calientes del horno, logrando así que los bordes, la parte inferior y la superficie de nuestros pasteles, muffins y tartas tengan menos probabilidades de quemarse. Desde luego, también hay una desventaja en esto, pues es posible que tanto los bordes como la parte inferior carezcan de la corteza dorada a la que tanto nos han acostumbrado los moldes metálicos.
Limpieza
De las líneas anteriores podemos ir deduciendo que gracias a la flexibilidad y al aislamiento, es difícil que queden muchos residuos en ellos después de utilizarlos. Pero además, tanto las grasas como el azúcar quemado pueden retirarse muy fácilmente de estos utensilios, en comparación con ese tremendo problema que nos queda entre manos con los moldes de metal.
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Otras consideraciones
La silicona en general es no tóxica, por lo que puede considerarse como un residuo no peligroso; aunque hay que tener precaución en reciclar los moldes de silicona si su vida útil ha acabado, puesto que no es un material biodegradable. Por otro lado, además de utilizarse para hornear, podemos utilizarlos para congelar alimentos, hacer gelatinas, pasteles de helado, hielos, e incluso hacer nuestros propios chocolates.
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