Estamos acostumbrados a escuchar sobre la última dieta de moda, y parece que cada año sale a la luz una nueva, pero ¿desde cuándo surge está necesidad de controlar lo que comemos? Cuando hablamos de dietas, por lo general hablamos de una restricción de calorías con la finalidad de bajar de peso. Sin embargo, debemos de recordar que este concepto no ha sido el mismo a lo largo de la historia, ni en todas las culturas.
Los griegos fueron los que inventaron la palabra dieta, diaitia en griego. Para ellos una dieta era un estilo de vida, no solo perder peso. Estaba basada en el concepto de “mente sana, cuerpo sano”. Ellos recomendaban comer regularmente porciones pequeñas y simples. Dormir mucho, trabajar mucho y hacer ejercicio. No suena nada mal, pero también recomendaban correr desnudos y vomitar. Aunque es cierto que no tenían todo claro, basándose en la experiencia y la observación, sabían que a las mujeres con sobrepeso les costaba más trabajo embarazarse, y que los hombres con sobrepeso eran más susceptibles a las enfermedades del corazón.
En los primeros siglos del cristianismo, existieron personas que practicaron el ascetismo, es decir que creían que para purificar el espíritu era necesario negarse a los placeres materiales, siendo el ayuno una práctica bastante común. Al final de cuentas, la gula es uno de los siete pecados mortales, y probablemente uno de los más difíciles de ocultar. San Agustín de Hipona, escribió que le costaba más trabajo negarse al deseo de comer y beber, que al deseo sexual.
Durante la Edad Media, alrededor del año 958, el rey Sancho I de León, apodado “El Craso” o “El Gordo” sufría de un problema de sobrepeso severo, llegando a pesar 240 kilos. Su gordura le impedía cumplir con las funciones propias de un rey, así que, con tan solo dos años de reinado, fue destronado. Busco ayuda del médico judío Hasday Ibn Shaprut, quién le impuso un tratamiento bastante severo.
Sancho fue encerrado en una habitación y amarrado a la cama, sólo podía salir para dar largos paseos sujetado a un andador tirado por cuerdas. Le cosieron la boca, dejando una pequeña abertura para poder darle líquidos con un popote, así que durante 40 días recibió solamente infusiones de agua salada, agua de azahar y agua hervida con verduras o jugos de frutas. A medida que adelgazaba, sus flácidas carnes recuperaban su firmeza a base de largos masajes y extenuantes baños de vapor. Redujo su peso a la mitad y logro recuperar su reino.
Aunque los griegos y los cristianos empezaron con la moda de la restricción en la comida, los gurús de las dietas aparecieron mucho tiempo después. El primer libro de dietas apareció en Venecia en el siglo XV, titulado “El arte de vivir mucho tiempo”, escrito por el comerciante italiano Luigi Cornaro. Durante esta época la imprenta estaba en pleno apogeo, y su libro llegó a cada rincón de Europa (De hecho, este libro se sigue imprimiendo).
¿Qué fue lo novedoso? Que escribió su historia de éxito. Luigi era una hombre bastante gordo y muy rico, pero debido a su peso, sufría muchas enfermedades. Para resolver sus achaques, diseño su propia dieta para perder peso, que estaba basada en la idea de pocos carbohidratos y mucha proteína, todo en pequeñas cantidades. Él decía que no se debía de comer más de 340 gramos de comida al día, y de preferencia sólo pan, sopas, yemas de huevo frescas y carne. Claro, acompañadas de 400 ml de vino.
Sin embargo, en el siglo XIX es cuando la industria de las dietas como las conocemos actualmente empezó. Una gran ayuda es que, a finales de este siglo, empezaron a aparecer las primeras básculas personales. Se dice que William Banting fue la primera súper estrella de las dietas.
Durante muchos años, Banting batalló para bajar de peso, pero nada parecía funcionar. A los 65 años creo su propia dieta y le funcionó bastante bien, así que trato de venderla a todo el que se dejaba. Banting explicaba su dieta en el escrito “Carta sobre la corpulencia”, la cual incluía agua alcalina a primera hora, seguida de un desayuno de 140 gramos de carne, de preferencia carne de res, cordero, riñones o tocino. El almuerzo consistía en más carne, y durante la cena todavía más carne. Si lo necesitabas, por la noche podías comer un poco de fruta cocida sin azúcar y un vaso de grog.
Seguramente está idea de casi nada de carbohidratos y mucha proteína te suene familiar. En 1972 se publicó la famosa “La nueva Revolución Dietética del Dr. Atkins”, escrita por el médico Robert C. Atkins. Después de batallar con la obesidad y sufrir un ataque al corazón, ideó su dieta, la cuál se convirtió en un éxito. A partir de esa fecha, hemos visto el desarrollo, así cómo éxitos y fracasos, de numerosas dietas. Seguramente en un futuro analizarán las dietas que actualmente consideramos saludables, y tendrán una opinión parecida a la que nosotros tenemos de estas dietas.