La inflamación crónica se ha identificado como un posible vínculo entre la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. En las personas obesas, las células grasas liberan mayores cantidades de moléculas inflamatorias y de señalización (adipoquinas) que provocan resistencia a la insulina, disfunción de los vasos sanguíneos, e inflamación sistémica, lo que aumenta la probabilidad de que una arteria se puede dañar.
Cuando una arteria está dañada, expresa proteínas que atraen a las células blancas de la sangre para ayudar con la reparación y recuperación. Estas células inmunes comienzan secretar sustancias químicas, citosinas, que avisan a más células inmunes para llegar a ese lugar. Con estas acciones el daño se debería de resolver ¿cierto? El problema es que la obesidad está asociada con inflamación crónica y dislipidemia, lo que continúa dañando a las arterias, no dejando que se reparen por completo.
En consecuencia, las células inmunes continúan acumulándose. Si existen muchas partículas de LDL flotando por la sangre, entonces hay una mayor probabilidad de que queden atrapadas en la arteria dañada y se oxiden. Si eso sucede, los macrófagos se las comen, pensando que están haciéndole un favor al cuerpo. Esto se produce una y otra vez hasta que el macrófago se llena de lípidos y se convierte en una célula "espuma". Las células espuma no pueden funcionar adecuadamente y terminan acumulándose como parte de la placa que se observa en la aterosclerosis.
Existe evidencia que sugiere que los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA, tienen el potencial de reducir el estado inflamatorio asociado con la obesidad. El EPA y el DHA sirven como moléculas precursoras para sintetizar varios compuestos anti-inflamatorios. En la mayoría de los estudios se utilizan suplementos con una combinación de EPA y DHA, o utilizan sólo uno de los dos ácidos grasos. Por lo tanto, no sé sabe si el EPA y el DHA tienen los mismos efectos o actúan de forma diferente en los marcadores inflamatorios. Un estudio reciente fue diseñado específicamente para conocer y determinar la forma en la que el EPA y el DHA actúan frente a la inflamación.
Completaron la prueba, que duro casi un año, 123 hombres y mujeres, con obesidad abdominal y un valor de de más de uno pero menos de 10. Los participantes se dividieron aleatoriamente en tres grupos: unos tomaron un suplemento de 2.7 gramos por día de EPA, otros 2.7 gramos de DHA, y el grupo control tomo 3 gramos de aceite de maíz durante 10 semanas. Después entraban a un período de lavado de nueve semanas, antes de que se asignaran a otro grupo diferente.
Los resultados indicaron que en comparación con el grupo control, solamente el DHA redujo significativamente la proteína C-reactiva (-7.9%), pero esta reducción no fue significativamente diferente de la EPA (-1.7%). Tanto el EPA y el DHA reducen significativamente la interleucina-6 (-13.4% y -12%, respectivamente). Sólo el DHA redujo significativamente la interleucina-18 (-7%) y el factor de necrosis tumoral alfa (-14.8%), aumentando significativamente la adiponectina (3.1%) en comparación con el grupo control. No hubo diferencias significativas entre hombres y mujeres para los cambios en los marcadores inflamatorios.
En comparación con el grupo control, tanto el EPA y el DHA aumentaron significativamente el LDL (2.2 y 6.9%) y redujeron los triglicéridos (-11.9 y -13.3%), pero sólo el DHA aumentó significativamente el colesterol total (+3.8%), el HDL (7.6%) y la apolipoproteina b (4.5%). La única diferencia significativa entre hombres y mujeres en las respuestas de los lípidos en sangre, fue que la suplementación con DHA aumento más el LDL que el EPA en los hombres, 12.5 % contra 5.1%. Esto no sucedió en las mujeres.
Los resultados de este estudio sugieren que los efectos en los marcadores de inflamación y de los lípidos en la sangre de los suplementos de aceite de pescado, pueden ser debidos principalmente al DHA en lugar del EPA, al menos entre las personas con obesidad abdominal con inflamación sistémica de bajo grado. Debido a que es una muestra relativamente pequeña, se necesitan más estudios para confirmar estos descubrimientos.
Como en la mayoría de los temas médicos, es importante no empezar a enfatizar demasiado el uso de DHA y a concluir que es más importante que el EPA. Falta analizar el efecto en muchos otros biomarcadores que no fueron analizados en el estudio. Por ejemplo, se ha visto que el EPA, no el DHA, mejora los síntomas de la depresión. Recordemos que el EPA y el DHA existen juntos en la naturaleza, y aunque sus proporciones pueden diferir dependiendo del ingrediente, puede tener beneficios consumir los dos al mismo tiempo.
Imágenes | Health Gauge | Hafiz Issadeen | Selena N. B. H. |
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