Comúnmente se habla sólo de los movimientos del yoga, enfocándose exclusivamente en la parte física. Pero el yoga empezó como una filosofía de vida, como una conexión cuerpo-mente, así que es importante considerar sus demás aspectos. De hecho, se considera un verdadero yogui al que vive día a día los yamas.
El antiguo filosofo del yoga, Patanjali, identifico las “ocho extremidades” que deben seguir las personas que practican yoga. En Sánscrito, estás “extremidades” son llamadas Ashtanga y su función es guiar hacia la iluminación. Uno de esas extremidades, son los yamas. Yama es una palabra en Sánscrito que significa “restricción”.
En muchas de las culturas y sociedades actuales parece que no existe espacio para la restricción, todo se debe de hacer y de hablar. Según la filosofía del yoga, la restricción es la clave de la felicidad. La restricción de nuestros pensamientos y acciones, nos permite descubrir donde estamos parados y por lo tanto, nos ayuda a descubrir las áreas inconscientes. Lo inconsciente tiene un gran poder sobre nosotros, es lo que limita nuestra felicidad.
Cuando una persona practica la restricción, empieza a dudar y eso le permite sentir y observar lo que en realidad está pasando a su alrededor. No se trata de negar o evitar situaciones incomodas, es la duda de la introspección. A continuación podrás encontrar los cinco yamas, o los cinco fundamentos básicos de la práctica de yoga.
1. No hacer daño
Está restricción es la más famosa, se conoce como Ahimsa y es el pilar de la práctica del yoga. En sánscrito el prefijo “a” significa “no”, y “himsa” significa “dañar, herir, matar o violentar”. El principio de Ahimsa, no hacer daño, está basado en el entendimientos de que todo está interconectado. Si hacemos daño a alguien más, físico, mental y emocional, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos, de la misma forma, si nos hacemos daño a nosotros, les estamos haciendo daño a los demás.
Es el principio básico con el que las sociedades deberían de existir. El Ahimsa se expresa con la amabilidad y la compasión. Primero tenemos que practicar la amabilidad, la aceptación y el perdón en nosotros mismos y después con todos los demás, incluso con aquellas personas que no nos caen bien o que nos hacen pasar un mal rato. La compasión es la capacidad de aceptar los acontecimientos tal y como son, con gracia y estabilidad.
2. Decir la verdad
El segundo yama es Satya, o decir la verdad. En Sánscrito, Satya significa “veracidad”. Es ver e informar las cosas como son, en lugar de la forma en la que nos gustaría que fueran.
La mentira es vista como una de las acciones más destructivas y con la que se puede causar mucho daño. Al vivir y hablar nuestra verdad, sobre todo si es algo negativo, es importante ser amables y compasivos (Ahimsa). De esa forma la otra persona recibe información útil que le puede ayudar a crecer.
3. No robar
Podemos definir al tercer yama, Asteya, como no tomar lo que no es dado libremente. En Sánscrito la palabra “steya” significa robar, y al juntarla con el prefijo “a” se forma la palabra “no robar”. El impulso de robar surge de un sentimiento de infelicidad, de estar incompletos y de la envidia.
Definir Asteya a nivel personal sería no robar algo físico o aprobar y dejar que otra persona lo haga. A nivel sociedad, el Asteya se refiere a la libertad que se dio y no se debe quitar, así que está en contra de la explotación, la injusticia social y la opresión. La práctica de Asteya alienta la generosidad y supera la avaricia, es dar en cualquier oportunidad que tengamos. Y no solo cosas materiales, podemos dar nuestro tiempo y gratitud.
4. Moderar los sentidos
El cuarto yama se conoce como Bramacharya, establece que cuando tenemos control sobre nuestros impulsos, logramos alcanzar el conocimiento, el vigor y la energía. La traducción literal de Bramacharya es “caminar en la conciencia de Dios”. El objetivo es ver nuestro interior, y así lograr balancear y supervisar nuestros sentidos.
Para romper con los lazos que nos unen a los excesos y a las adicciones, necesitamos coraje y voluntad. Cada vez que logramos superar un impulso de excesos, no convertimos en persona más fuertes, más sanas y más sabias.
Uno de los pilares del yoga es encontrar y mantener el equilibrio. Una forma simple de alcanzar el equilibrio es practicando Brahmacharya, creando moderación en todas nuestras actividades.
5. No codiciar
El último yama es Aparigraha y nos invita a deshacernos de todo lo que no necesitamos, de solo contar con lo necesario. “Graha” significa “tomar” y “pari” significa “cosas”, por lo que la palabra completa significa “no tomar cosas”.
Para los yoguis, un objeto terrenal no puede ser poseído, ya que todos están sujetos a cambios y serán destruidos en algún punto. Una máxima del yoga dice: "Todas las cosas del mundo son tuyas para usar, pero no para poseer."
Cuando somos codiciosos y avaros, perdemos la capacidad de ver nuestra posesión eterna: nuestro verdadero Yo. Cada vez que somos posesivos, somos poseídos por la ansiedad de tener cosas y buscar más. Y cuando nos aferramos a lo que tenemos, perdemos la capacidad de estar abiertos a lo que realmente necesitamos. En cambio, cuando hacemos buen uso de las posesiones y disfrutamos de ellas sin llegar a ser emocionalmente dependientes, es cuando ellas no pueden ejercen poder sobre nosotros y no nos crean falsas identidades y expectativas.
Los yamas son filosofías de vida que evitan que nos enfoquemos en las cosas innecesarias de la vida y así vivir una vida equilibrada, plena y feliz. Aunque no practiques yoga, creo que no está de más conocer estos principios, tenerlos en mente y de ser posible aplicarlos.
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