Aunque en México, el consumo, producción y comercialización de la marihuana está prohibida por ley, la realidad es que es ampliamente utilizada, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes entre los 18 y los 29. No se tienen datos exactos del número de usuarios mexicanos, pero si tomamos los datos de otros países como referencia, estaría aproximadamente entre el 7.5% y el 13% de la población.
Según datos de la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, la mariguana es la droga de mayor consumo en nuestro país, representando el 80% del total de drogas ilícitas. Según la Ley General de Salud, la dosis máxima de consumo personal es de cinco gramos. El uso recreativo de la marihuana es un tema bastante controversial, pero muchas personas están de acuerdo que debe ser legal para usos médicos.
La marihuana es una droga psicoactiva, es decir que altera la mente. Proviene de la planta de cannabis, donde los principales efectos provienen de los compuestos químicos llamados delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), que se cree ayuda a aliviar el dolor; y el cannabidiol (CBD), que al parecer afecta el cerebro sin el efecto de estar drogado. Los consumidores de marihuana la fuman, la inhalan con vapor, la consumen con alimentos o infusiones.
Efectos secundarios
La mayoría de los consumidores de marihuana la utilizan para ponerse “high”, buscando esa sensación de relajación, alteración de los sentidos y la distorsión del tiempo. En algunos casos puede afectar el pensamiento, el juicio, la coordinación, el tiempo de reacción y la memoria. Algunas personas, entre el 20-30%,experimentan depresión, paranoia o ansiedad después de su consumo.
Entre los efectos físicos más comunes están los ojos rojos, boca seca, dificultad para hablar, un aumento en el ritmo cardíaco, así como un incremento en el apetito. Estas sensaciones pueden durar hasta cuatro horas después de la inhalar el humo de la marihuana, o hasta 12 horas si se consume. Las alteraciones en el rendimiento pueden durar mucho más tiempo.
Los efectos secundarios a largo plazo de fumar marihuana es irritación en los pulmones, así como problemas respiratorios como tos, exceso de mocos, bronquitis, y el empeoramiento de enfermedades como el asma y la fibrosis quística. El consumo de marihuana durante el embarazo puede dañar el desarrollo del cerebro de un bebé. Se necesita realizar mucha más investigación sobre los efectos de la marihuana a largo plazo, estamos limitados a los estudios actuales que no consideran las diferentes formas de uso de la marihuana, el tipo de extractos, y al concentración de THC en el cannabis.
Se cree que uno de los mayores riesgos para la salud es cuando las personas la empiezan a consumir constantemente mientras son adolescentes o adultos jóvenes, cuando sus cerebros aún están en desarrollo. Estudios han demostrado que aquellos jóvenes que utilizan marihuana constantemente, tienen un deterioro en su aprendizaje y en su pensamiento cognitivo, lo que persiste hasta la edad adulta, incluso después de haber dejado de usar la marihuana. También parece haber una relación entre el consumo de marihuana y ciertas enfermedades mentales.
El uso medicinal
Por otro lado tenemos el uso médico de la marihuana, que suele ser un tema bastante controversial. En algunos países como en Estados Unidos, existen medicamentos que contienen THC sintético, y se utilizan como estimulantes del apetito en pacientes con SIDA, para tratar las náuseas y los vómitos relacionados con la quimioterapia, o como tratamiento para el dolor ocasionado por el cáncer.
Aunque falta mucho por investigar, se ha visto que el cannabidiol y sus derivados, pueden tener efectos prometedores en condiciones como la epilepsia resistente a los medicamentos y algunos trastornos psiquiátricos como ansiedad, trastornos por uso de sustancias, esquizofrenia y psicosis.
Probablemente el uso medicinal más famoso es para el tratamiento del glaucoma, una condición que aumenta la presión en el globo ocular, dañando el nervio óptico y causando pérdida de visión. La marihuana disminuye la presión dentro del ojo, disminuyendo la progresión de la enfermedad, y por lo tanto previniendo la ceguera.
Otro estudio demostró que la marihuana se puede utilizar para prevenir los ataques epilépticos. Los cannabinoides como el tetrahidrocannabinol, controlan las convulsiones al unirse a las células del cerebro responsables del control de la excitabilidad y la regulación de la relajación. Sus efectos han sido muy positivos para los pacientes que sufren el síndrome de Dravet.
Vía | Harvard Health Publications
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