Sabemos que nuestra dieta tiene una gran influencia en la prevención o desarrollo de muchas enfermedades, especialmente el cáncer. El cáncer es una enfermedad muy compleja, con muchos factores genéticos y ambientales que pueden afectar el riesgo de desarrollarlo, así que ha costado mucho trabajo a los especialistas encontrar vínculos entre la dieta y sus riesgos. Sin embargo, desde hace algunos años existe una clara asociación entre el alto consumo de carne roja y la aparición de cáncer de colón. En algunos estudios la carne fresca parece ser la culpable; en otros, es la carne procesada, curada o salada, pero en todos los casos la preocupación se limita a la carne roja, no al pollo ni al pescado.
Se estima que para el año 2030, en todo el mundo, existirán más de 2.2 millones de nuevos casos de cáncer colorrectal, también conocido como cáncer intestinal. En México es el cuarto cáncer más frecuente, y el 45 por ciento de los casos son diagnosticados en etapas avanzadas. Se cree que 1 de cada 5 cánceres colorrectales están relacionados con el consumo de carne roja. Sin embargo, hay información limitada sobre patrones dietéticos específicos y el sitio de aparición de cáncer en el intestino.
Recientemente un estudio realizado en la Universidad de Leed en Reino Unido, evaluó si la carne roja, el pollo, el pescado o las dietas vegetarianas presentan una asociación con el riesgo de cáncer de colon y recto. Utilizaron datos de 32,147 mujeres de Reino Unido quienes fueron reclutadas por el Fondo Mundial de Investigación del Cáncer entre 1995 y 1998. Durante 17 años fueron encuestadas sobre sus hábitos alimenticios y su estado de salud. En este período se documentaron 462 casos de cáncer colorrectal.
Al comparar los efectos de estas dietas con el desarrollo del cáncer en lugares específicos del colon, encontraron que aquellas personas que comen carne roja regularmente, en comparación con una dieta libre de carne roja, presentaron tasas más altas de cáncer de colon distal (119 casos), en la sección descendente del colon, donde se almacenan las heces.
Aunque es una de las primeras investigaciones que relaciona el consumo de carne con el lugar específico del intestino donde se desarrolla el cáncer, muchos estudios previos ya nos advertían del peligro del consumo de carne roja y el cáncer colorrectal. Durante el 2005 se hicieron dos grandes estudios, uno en Europa y otro en Estados Unidos. El estudio europeo dio seguimiento a 478,000 hombres y mujeres que no presentaban signos de cáncer cuando comenzó el estudio. Durante casi cinco años de seguimiento, 1,329 personas fueron diagnosticadas con cáncer de colon.
Las personas que consumieron la mayor cantidad de carne roja (142 gramos o más diariamente) presentaron un tercio más de probabilidad de desarrollar cáncer de colon que aquellos que comieron menos carne roja (menos de 28 gramos por día). El consumo de pollo no influyó en el riesgo de una manera u otra, pero un alto consumo de pescado pareció reducir el riesgo de cáncer de colon en aproximadamente un tercio. Los efectos de la carne roja y el pescado se mantuvieron después de ajustar los resultados para otros posibles factores de riesgo de cáncer de colon, como el peso corporal, consumo de calorías, consumo de alcohol, tabaco, ejercicio físico, fibra dietética y vitaminas.
El estudio realizado en Estados Unidos se enfocó en los efectos del consumo de carne a largo plazo. Fueron 148,610 participantes entre los 50 y los 74 años. Cada persona informó sobre sus hábitos dietéticos y hábitos de salud cuando el estudio comenzó en 1982, y después lo volvieron a hacer entre 10 y 11 años después. Un alto consumo de carnes rojas y procesadas en ambas fechas estuvo relacionado con un aumento sustancial en el riesgo de cáncer en la parte inferior del colon y el recto. Por el contrario, el consumo a largo plazo de grandes cantidades de pescado y de pollo parecía tener un efecto protector.
Otros estudios también han relacionado el consumo de carne roja con el cáncer de estómago, el cáncer de vejiga y el cáncer de mama. Por el contrario, las dietas bajas en carne se han asociado con un aumento de la esperanza de vida. Aunque hoy en día todavía no se sabe porque sucede esto exactamente, algunos especialistas creen que se debe a los altos niveles de compuestos N-nitroso (NOCs), que son sustancias químicas potencialmente cancerígenas.
Entonces nos queda claro que no es recomendable comer grandes cantidades de carnes rojas ¿pero que más podemos hacer para prevenir el cáncer de colon? Mantener una ingesta calórica adecuada y hacer ejercicio regularmente. Evitar el tabaco en todas sus formas, y si consumes bebidas alcohólicas, que no sean más de dos bebidas al día. Comer alimentos ricos en calcio, vitamina D, frutas, vegetales, granos enteros y pescados. También es muy importante realizarse pruebas de detección de cáncer de colon apropiadas para su edad, y analizar antecedentes familiares y factores de riesgo. No tienes que renunciar a la carne roja, pero si es importante limitar su consumo.
Imágenes | Ronald Sarayudej | Grey World | Ernesto Andrade |
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