Una compañía escocesa, CelluComp, buscando reutilizar los residuos alimenticios, ha creado un material biodegradable a partir de la pulpa de zanahoria. Encontraron la forma de hacer nanofibras a partir de la celulosa de las zanahorias y de otros vegetales de raíz, y utilizarlas en materiales deportivos de protección como una alternativa a la fibra de vidrio y de carbono.
Según las pruebas que han realizado, aseguran que estas nanofibras son casi el doble de fuertes y ligeramente más ligeras que las de carbono. Los científicos decidieron llamar al material “Curran”, que es la palabra gaélica para decir zanahoria. Empezaron a experimentar con zanahorias porque eran baratas y fáciles de conseguir, y después se dieron cuenta que la pulpa de zanahoria funcionaba muy bien.
En el 2007 apareció el primer producto hecho con Curran: una caña de pescar, llamada CarrotStix. La idea era crear una caña ligera, flexible y al mismo tiempo resistente. El material cumplió con todas las expectativas para una caña de pescar, y al día de hoy ha ganado más de 47 premios.
Después de muchas investigaciones, los científicos han encontrado que el uso más ecológico e inteligente para utilizar las nanofibras, incluyendo el Curran, puede ser en la fabricación de artículos deportivos de protección, por ejemplo los cascos para motocicleta que tienen que ser resistentes y al mismo tiempo ligeros. Las propiedades de la nanocelulosa le permiten reemplazar a la fibra de vidrio y a la fibra de carbono. La fibra de carbono es un material no renovable.
El equipo de científicos continúan buscando formas de utilizar el Curran, por ejemplo en tablas de surf, material de aislamiento para casas móviles, mesas, cajas para altavoces, entre otros . Debido a que la idea es que todo el proceso sea ecológico, para los científicos es importante considerar todo el proceso de producción y asegurarse de que seguirá siendo ecológico en una escala mayor.
El Curran se fabrica a partir de residuos vegetales provenientes de la industria del procesamiento de alimentos. Debido a que sólo se utilizan materiales desechados por la industria alimentaria, no compite con el uso de suelo para los cultivos alimentarios. A diferencia de otros materiales utilizados como aditivos reológicos, el Curran tiene una huella de carbono baja, utiliza mucho menos productos químicos y no emite gases tóxicos a la atmósfera. El siguiente material que están probando es el azúcar de los betabeles.
Vía | Smithsonian Magazine
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