El consumo de insecto es bastante común. Si bien es difícil encontrar restaurantes que se especialicen en gastronomía con insectos, existen en la Ciudad de México por ejemplo, algunos lugares que se dedican a cocinar flores e insectos de manera exquisita. La cocina prehispánica concentra la mayoría de los métodos de preparación de insectos que conocemos hoy en México y se consolida como la guardiana de es entomofagia popular que tenemos que proteger del olvido.
Chapulines, escamoles, alacranes, gusanos entre otros, son de lo más común en el lenguaje gastronómico mexicano aunque no los podamos comer con tanta frecuencia. En provincia es más frecuente encontrar restaurantes, grandes y chicos, que propongan en su menú algunos de los platillos tradicionales con este tipo de insectos. La gastronomía prehispánica es muy común el uso de un amplio abanico de insectos.
Más allá del interés gastronómico y cultural, muchos de los insectos que son consumidos en México representan también un interés en aspectos como la medicina tradicional. Las hormigas mieleras son consideradas en algunas zonas del país como un buen remedio contra la fiebre, mientras que los jumiles son usados por sus cualidades analgésicas.
Desde el punto de vista estrictamente gastronómico, cabe resaltar la popularidad que han conocido algunos platillos con insectos como por ejemplo los chapulines al mojo de ajo que son fritos con ajo y aceite de oliva. Y que decir de los escamoles que son tan codiciados que pueden alcanzar precio cercanos a los 1,000 pesos el kilo.
De manera general, gastronomía prehispánica elaborada con insectos ha conocido una evolución similar a su contraparte "estándar". Por un lado podemos encontrar insectos comestibles a precios accesibles en mercados o en cocinas económicas mientras que se ha desarrollado un mercado de lujo con insectos más escasos o de difícil preparación como los** escamoles** o los gusanos blancos de maguey cuyos precios andan por las nubes,
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