Como sucede muchas veces en la gastronomía, las recetas nacen a partir de algún tipo de accidente. Es más, seguramente en tu repertorio de recetas, tienes algún invento que surgió cuando no tenías algún ingrediente o cuando te equivocaste en el método de cocción. Aquí encontraras los errores que llevaron a la creación de cinco productos muy comunes hoy en día.
Galletas de chispas de chocolate
Antes de 1930, no existían las ahora famosas galletas de chispas de chocolate. Ruth Wakefield y su esposo, eran dueños de una casa de huéspedes llamada Toll House Inn en Massachusetts. Un día estaba preparando galletas de chocolate para los huéspedes, cuando se dio cuenta que no tenía la cocoa que generalmente utilizaba. Así que decidió utilizar chocolate en pedacitos, pensando que el calor del horno lo iba a derretir y se esparciría por toda la galleta. El chocolate no se derritió, mantuvo su forma y se suavizo dándole a las galletas una textura cremosa.
Las galletas se convirtieron en todo un éxito entre los huéspedes. Después la receta apareció en periódicos locales. Nestlé se dio cuenta que las ventas de su chocolate aumentaron y llegó a un acuerdo con Ruth para que en las bolsas de chocolate Nestlé apareciera la receta de las “Galletas Toll House”, además de que ella recibiría todo el chocolate que necesitara de por vida. Nestlé comenzó a poner suajes en sus barras de chocolate para facilitar el corte en pequeños pedazos. Fue hasta 1939 cuando Nestlé empezó a vender las chispas de chocolate.
La salsa inglesa
La salsa Worcestershire, conocida en nuestro país como salsa inglesa, también se originó de un accidente. Cuenta la leyenda que a principios de 1800, un noble inglés, Lord Sandys, regreso a Inglaterra después de vivir un tiempo en India. Quiso crear una receta con todas las especias que había probado en la cocina india, así que contrato a dos químicos: John Lea y William Perrins. A los químicos no les gustó mucho el resultado de su experimentación y dejaron la salsa en unos frascos en la bodega.
Unos años después los químicos redescubrieron la salsa y al probarla les supo deliciosa; al parecer el proceso de fermentación había cambiado su sabor. Lea y Perrins empezaron a embotellar su mezcla de vinagres y especies. En poco tiempo se convirtió en todo un éxito, primero en Europa y después en Estados Unidos.
El cono de helado
Aunque no está comprobada con exactitud, se cree que el primer cono para helado se inventó en la Feria Mundial de St. Louis en 1904. Un vendedor de helados llamado Arnold Fornachou vendía tanto helado que se le acabaron los vasos de papel. Syrian Ernest Hamwi, tenía un puesto de pastelería al lado de los helados de Fornachou. Al ver a su vecino en apuros, se le ocurrió una simple idea: enrollar una galleta tipo waffle que vendía para que Fornachou pudiera colocar el helado dentro. Esta nueva forma de servir helado se convirtió en un éxito en la feria, y ahora todos conocemos los conos de helado.
Corn Flakes
En la actualidad el cereal es fundamental en muchos desayunos y se ha convertido en una gran industria. Pero su comienzo no fue planeado. En 1894, los hermanos Will Keith Kellogg y el Dr. John Harvey Kellogg, trabajaban en un hospital en Michigan. Los hermanos eran Adventistas del Séptimo Día y estaban buscando alimentos saludables para los pacientes, pero que también cumplieran con la estricta dieta vegetariana de los adventistas.
Will dejó por error un poco de trigo hervido sin almacenar, cuando regresaron parecía que ya estaba echado a perder. En lugar de tirarlo a la basura, los hermanos trataron de aplanar la masa, pero está se rompió en hojuelas. Decidieron tostarlas y dárselas a los pacientes. Las hojuelas tostadas de trigo fueron un éxito, así que los hermanos empezaron a experimentar con otros cereales, siendo las hojuelas de maíz las ganadoras. En 1906, Will creo la empresa Kellogg’s para empezar a vender las hojuelas de maíz. John no quizó unirse a la compañía porque Will redujo los beneficios saludables del cereal al añadirle azúcar.
Crepas Suzette
El origen de estás crepas de mantequilla, azúcar y jugo de naranja, es bastante controversial. La historia que parece la más auténtica empieza en 1895, y el protagonista es Henri Charpentier. En ese entonces tenía 14 años de edad y trabajaba en el Café de París de Montecarlo. En una ocasión el Príncipe de Gales, el futuro Rey Eduardo VII de Inglaterra, estaba de visita en el café. Charpentier quiso lucirse y preparar un postre fuera de lo común. Pero tuvo un accidente y las crepas se incendiaron. Cuando logro apagar el fuego, probó el postre y la mezcla de sabores dulces le pareció excelente.
Cuando le sirvieron el postre al príncipe, le fascino. Pregunto el nombre de las crepas y Charpentier contestó que se llamaban “crepes princesse”. En la mesa del futuro rey se encontraba la hija de uno de los acompañantes de la comitiva real, su nombre era Suzette. Así que el príncipe decidio llamarlas “crepas Suzette.”
Como puedes ver, equivocarse al cocinar puede traer buenos resultados.
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