Seguramente has escuchado hablar sobre la dieta Paleo, es una tendencia alimentaria que ya lleva varios años en la lista de las dietas más populares. Solo basta con dar una vuelta por las redes sociales para toparse con una gran variedad de recetas Paleo. Es posible que también la conozcas como la dieta de la Edad de Piedra, la dieta de los cazadores-recolectores, y/o la dieta del cavernícola. Veamos de que se trata y si realmente es la panacea del siglo XXI.
El nombre Paleo es el diminutivo de Paleolítica, porque precisamente promueve un estilo de alimentación parecido al que llevaban nuestros antepasados hace aproximadamente 2.5 millones a 10,000 años. Los humanos paleolíticos consumían tres veces más verduras y frutas que una persona promedio actual, más fibra, más proteína, más ácidos grasos omega-3, más grasa insaturada, más vitaminas y minerales, y mucho menos grasas saturadas y sodio.
Con el paso del tiempo, nuestra dieta ha cambiado considerablemente, y no necesariamente para mejor. Está compuesta por una gran cantidad de alimentos procesados, envasados y producidos comercialmente. Sabemos que la obesidad, la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares han aumentado dramáticamente en los últimos 50 años. Por eso la dieta Paleo afirma que la dieta occidental moderna no es nada saludable. Según sus exponentes, el cuerpo humano no está genéticamente preparado para la dieta moderna.
La idea detrás de la dieta Paleo es volver a una dieta basada en carne y productos agrícolas. Enfocándose en el consumo de animales de libre pastoreo (incluyendo órganos, médula ósea y cartílago), productos de origen animal (como huevos o miel), vegetales y frutas, nueces y semillas crudas, y grasas añadidas (como aceite de coco, aguacate, mantequilla, ghee). Los seguidores de la dieta Paleo evitan los granos y cereales, aunque sean integrales, papas, sal y azúcar, aceites muy procesados (como el aceite de canola y de soya) y los alimentos procesados en general. Los muy estrictos también eliminan las legumbres, las raíces y los productos lácteos.
Es cierto que la dieta Paleo tiene muchas cualidades: enfatiza alimentos integrales, proteínas magras, verduras, frutas y grasas saludables. Se trata de una dieta relativamente baja en carbohidratos, pero rica en proteínas magras y alimentos vegetales, que aportan fibra, vitaminas, minerales y fitoquímicos importantes. No es un método alimenticio bajo en grasa, sino que promueve las grasas naturales obtenidas de animales de libre pastoreo, pescado y mariscos, así como nueces, semillas y sus aceites. Al eliminar alimentos como cereales, productos lácteos, alimentos procesados y azúcar, es muy probable que al seguir esta dieta se obtenga una perdida de peso.
La principal diferencia entre la dieta Paleo y otras dietas saludables es la ausencia de cereales integrales y legumbres, que se consideran buenas fuentes de fibra, vitaminas y otros nutrientes. También están ausentes de la dieta los productos lácteos, que son ricos en proteínas y calcio. Una de las grandes críticas de la dieta Paleo es que puede ser bastante costosa para muchas personas; los principales alimentos que promueve, la carne y las nueces, son de los ingredientes más caros.
Los detractores opinan que, aunque la dieta ha sido una parte importante de nuestra evolución, es muy probable que actualmente no seamos biológicamente idénticos a los humanos de la edad de piedra. Además, lo más seguro es que con el transcurso del tiempo, nuevos métodos de alimentación hayan tenido beneficios para los humanos. También es muy probable que la microbiota que habita en nuestros intestinos también haya evolucionado, no pareciendo para nada a las especies bacterianas que vivían en los intestinos paleolíticos. Además nuestro estilo de vida actual no se compara con nada con el de lo humanos de la era Paleolítica, empezando por los niveles de actividad y los niveles de estrés.
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