Es interesante ver lo que comían en las diferentes clases de viaje a bordo del mítico buque de pasajeros Titanic. Si bien todos conocemos la dramática historia que ha dado pie a un sin fin de películas y documentales, no se ha hablado mucho de la gastronómía de aquel viaje inaugural que terminó en tragedia hace ya 104 años.
Como era de esperarse, la comida que se sirvió a bordo del Titanic a inicio del siglo XX refleja las costumbres y gustos de los diferentes tipos de poblaciones repartidas entre las tres clases de viajeros. Adicionalmente nos da una pequeña imagen de las costumbres alimenticias de la época entre los habitantes acaudalados europeos y americanos así como de la poblaciones más desfavorecidas de la tercera clase que intentaba ir hacia un mejor futuro en "América".
Si nos ponemos a pensar, las diferencias entre los manjares lujosos de la primera clase y los alimentos muy básicos de la tercera no son muy distintos de lo que encontramos hoy día en las líneas aéreas. Quienes hemos tenido la fortuna de poder probar, aunque sea una vez, los viajes en las clases de mayor lujo de las líneas aéreas sabemos del abismo que existe entre lo que se come en ellas y lo que se nos ofrece en la clase económica.
Los viajeros de primera clase en las líneas aéreas suelen por su parte disfrutar de platillos especialmente diseñados por reconocidos "chefs" internacionales. Abundan los productos frescos, el salmón, la langosta o el caviar entre otros. Los vinos son cuidadosamente seleccionados y el champagne no debe faltar. Si nos ubicamos en la primera clase del Titanic de inicios del siglo XX, veremos que las cosas no eran muy diferentes.
Regresando al tema de los menús del Titanic, me llamó la atención el hecho que lo que se ofrecía a los pasajeros de tercera clase era probablemente muy cercano a lo que esos obreros o empleados europeos de principios del siglo XX comían en sus casas. El menú se componía principalmente de arenque ahumado, alguna carne hervida, papas, galletas saladas, pan, mantequilla y un poco de avena en agua. Seguramente algún vino barato y algo de aguardiente les permitía pasarse todo eso.
Por su lado, el menú de la primera clase está compuesto de una amplia variedad de carnes, salmón, salchichas, vinos y todo un lujo de la época: cerveza "fría". Me llama la atención también que en primera clase se ofrecía un "buffet", es decir comida en libre servicio. Esto seguramente debía de ser algo así como un sueño "guajiro" para los menos acaudalados de la tercera clase.
No hemos olvidado a los pasajeros de segunda clase que a decir verdad no tenían menús tan malos. Con una oferta variada en carnes rojas y blancas así como vegetales y carbohidratos, los comensales de segunda clase podían tener acceso a una calidad y variedad de alimentos bastante decente. Hasta se podría encontrar una variedad de postres representativos de los gustos de la época como pudding, gelatina y hasta helado. Todo un lujo en alta mar, en 1912.
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