En todas las culturas, y desde hace miles de años, el envejecer es algo que le preocupa a la mayoría de los humanos. Hoy en día existen un millar de cremas, sueros, líquidos y vitaminas para “rejuvenecer” la piel. Sin embargo, en Francia del siglo XVI, los miembros de la nobleza, tenían una solución bastante peligrosa: beber oro.
En realidad, el uso del oro como remedio es una práctica que se remonta a culturas mucho más antiguas. En la antigua Roma, Plinio el Viejo promovió el uso del oro como un ungüento para remover verrugas y úlceras. Wei Boyang, un alquimista chino de los siglos II y III, creía que el oro era inmortal y que aquellos que lo bebían disfrutaban de largos años de vida. Los antiguos egipcios creían que el "agua de oro" era un remedio contra el envejecimiento. Probablemente todas estas ideas estaban basadas en el hecho de que el oro no se corroe, por lo tanto, debe de funcionar para la longevidad.
Con el paso del tiempo, especialmente durante la Edad Media, el consumo de oro paso de la curiosidad al fervor absoluto. La clave fue que, durante este período, un alquimista descubrió cómo convertir el oro sólido en un líquido. En el siglo XVI, el Aurum potabile, como se conocía al oro potable, era considerado la solución para todos los males imaginables, desde la epilepsia hasta la manía.
Por toda Europa empezaron a surgir manuales para químicos y médicos con recetas con oro. Incluso en 1578, el papa portugués Juan XXI escribió la receta para una bebida de oro que supuestamente servía para preservar la juventud, además de curar la lepra y problemas cutáneos. Para prepararla se necesitaba remojar limaduras de oro, plata, hierro, cobre, acero y plomo, en orina de un niño virgen durante un día. Después, durante los siguientes seis días siguientes, se debían colocar en vino blanco, al otro día en jugo de hinojo, después en claras de huevo, leche materna, vino tinto, y terminar nuevamente en claras de huevo.
Como mencionamos anteriormente, en Francia del siglo XVI, beber oro como un tónico rejuvenecedor era algo bastante común entre la nobleza. Diane de Poitiers, miembro de la corte francesa, es el claro ejemplo. Se dice que, dentro de su rutina diaria de belleza, bebía un tónico de cloruro de oro mezclado con éter dietílico. De Poitiers tenía una gran influencia política y artística en la corte del rey Enrique II, siendo patrona de las artes y encargada de la educación de la familia real. Murió a los 66 años, y la causa más probable es envenenamiento por el consumo de ese líquido.
Y aunque es cierto que en la actualidad nadie asocia el consumo de oro como la solución para no envejecer, es cierto que tomar o comer oro sigue siendo algo que nos llama bastante la atención. Por ejemplo, el licor Goldschläger, contiene pequeños copos de oro en su interior; o la dona glaseada de champagane y cobertura de oro de 24 kilates, del restaurante Birdies.