Vivir en otra realidad es posible. Existen aldeas ecológicas y comunidades sustentables que han apostado por el interés en generar menor impacto al medio ambiente a través de acciones cotidianas. Se trata de sociedades basadas en la cooperación, el autoconsumo, las energías renovables y materiales ecológicos.
De acuerdo con la ONU, las ciudades ocupan apenas el 3% de la extensión territorial de la Tierra; pero también representan entre el 60 y el 80% del consumo de energía, además de que producen el 75% de las emisiones totales de dióxido de carbono, las cuales incrementan demasiado la retención de calor en la atmósfera y generan lo que conocemos como el 'efecto invernadero', lo que tiene consecuencias directas sobre el clima y la vida en todo el planeta.
Muchas personas han comenzado a tomar consciencia de que cambiar los hábitos de consumo y producción es imperante para reducir la velocidad con la que está aumentando la temperatura del planeta. Aunque, estamos de acuerdo, esta no es la solución definitiva puesto que la manera en que producimos globalmente —dentro de un sistema capitalista que pone por encima las ganancias monetarias que la sustentabilidad— es el principal factor que se debe de corregir.
Un creciente número de activistas ambientales y ecológicos lo ha enfatizado: debemos de cambiar el sistema en que vivimos, o de ninguna forma lograremos reducir el deterioro ambiental que está sufriendo la tierra antes de que sea irreversible.
¿Qué es una comunidad sustentable?
La 'sustentabilidad' se ha convertido en un término muy común en la actualidad. Mucho se habla de aprender a mantener actitudes y hábitos sustentables con propósito de promover la conservación del planeta. Las comunidades sustentables pretenden convertirse en sociedades que conviven armónicamente con el medio ambiente, de forma inclusiva y que incluye a toda la comunidad en su conformación, al garantizarles derechos pero también asegurar obligaciones que deben de cumplir.
La Agenda 2030 de la ONU, en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible estableció que uno de los principales objetivos a mediano plazo es construir ciudades y comunidades sostenibles. Esto implica “mejorar la seguridad y la sostenibilidad de las ciudades; garantizar el acceso a viviendas seguras y asequibles y el mejoramiento de los asentamientos marginales. También incluye realizar inversiones en transporte público, crear áreas públicas verdes y mejorar la planificación y gestión urbana de manera que sea participativa e inclusiva”.
La vida en una ecoaldea responde como una solución frente a los problemas ambientales y económicos a los que nos enfrentamos cada día con la vida urbana, que suele estar marcada por una pobre calidad de vida, alejada de la naturaleza y dominada por la cultura del hiperconsumo.
Actualmente, en el mundo existen alrededor de 10,000 comunidades que promueven una forma de vida alternativa y sustentable, que apela por la autosuficiencia energética y alimentaria. En ellas se practica la permacultura, que se trata de el arte de diseñar espacios de vida y territorios funcionales que coexistan en equilibrio con el medio ambiente y la comunidad.
Este estilo de vida tiene como eje central la idea de respetar 'el tejido de la vida' al trabajar con la naturaleza. Para lograrlo, es importante entender que en la naturaleza todo funciona a partir de un proceso cíclico o circular, en el que la tierra recurre a la biodiversidad como un sistema complejo en el que todo ser vivo y organismo funge un papel importante. De esta forma, la naturaleza reutiliza sus recursos sin perder nada. Los seres humanos y la industria han interrumpido los ciclos naturales, lo que ha generado severos problemas a la salud ambiental, lo que ha dado como resultado el cambio climático.
Los promotores de salud ambiental han explicado que es importante imitar estos ciclos naturales, para proteger nuestros recursos naturales y nuestra salud. En esto interfiere la importancia de aprender a reutilizar la energía y los materiales empleados. Esta es la base de las comunidades autosostenibles: aprender de la naturaleza sus propios mecanismos para construir un sistema económico, político y agrícola basado en los patrones y características del ecosistema.
Llevar una vida cercana a la naturaleza, gestionada de forma responsable, es una forma de vida que nos puede dar mucho más que sólo autonomía y salud. Se trata, en suma, de conquistar esa individualidad tan valiosa que eventualmente nos podrá acercar a un mundo mejor, equitativo, solidario y ecológico, en el que todos forman parte del ciclo y proceso de la vida, que se aprende a valorar y se recibe el precio justo por el esfuerzo humano ejecutado en él.
¿Cómo se vive una comunidad sustentable?
Todas las personas que habitan en comunidades sustentables se comprometen en su totalidad a preservar el medio ambiente. Esto implica que su estilo de vida se apega a ciertos hábitos de vida saludable y, por supuesto, de compromiso ecológico.
Su sistema de producción está diseñado a que la comunidad produzca sus alimentos (y lo que sea que consuman) en colectivo. Además, cada persona dentro de la comunidad promueve sus habilidades y proyectos personales para ofrecer servicios a la comunidad, promoviendo una economía circular que consume productos y servicios locales. Además, generan fuentes de empleo dentro de la comunidad.
Las decisiones se toman a partir de la participación democrática de las personas que habitan la comunidad.
Todas las políticas implementadas por 'los líderes' de la comunidad, están basadas exclusivamente en modelos sustentables.
Tanto las viviendas como los edificios comunales funcionan a través de la implementación de energías limpias.
En gran parte de las aldeas, se emplean alternativas sustentables para reutilizar y reciclar los residuos, como la creación de composta comunal o la implementación de baños en seco, que no contaminan el agua.
Las comunidades sustentables que hoy florecen en el mundo
En América Latina existen cientos de comunidades sustentables, tanto en entornos rurales como urbanos, que ponen el ejemplo de que otro mundo es posible, al fomentar la ecoevolución. Cada una se gestiona de forma distinta, a razón de las problemáticas que le aquejan, que en sí detonan a raíz de los modos de consumo y los estilos de vida contemporáneos.
Algunas de ellas son, por ejemplo, el Municipio Autónomo de Cherán, en Michoacán. Sus modelos de gestión comunitaria han logrado que este sea uno de los municipios más sustentables de México. Sus habitantes detuvieron las deforestaciones de la zona y construyeron un megaproyecto en un volcan extinto que capta aguas pluviales, para convertirlas posteriormente en agua potable. Además, desde el 2016 es el primer municipio libre de basura, porque todos los desechos que se producen en la pobración se reciclan.
En otras ecoaldeas en Argentina, como en Ecoaldea Velatropa (muy cerca de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires) y en Ecovilla Gaia, sus habitantes construyen sus casas con materiales alternativos y viven de la permacultura, lo que los provee de autonomía alimentaria, mientras promueven técnicas para cuidar el planeta.
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