Un desayuno nunca está completo sin un huevo. Además de ser un alimento saludable, también es un ingrediente sumamente versátil que se puede preparar de muchas formas. Por ejemplo, tenemos desde las más sencillas como huevo revuelto, huevo frito o huevo cocido, hasta las más complejas (casi que para cocineros experimentados) como los huevos poché o escalfados. Aunque se trata de una técnica compleja, nada se comparara a la satisfacción de comer unos clásicos huevos benedictinos por la mañana.
Se trata de una receta para el desayuno típica de de países anglosajones que consiste en un vistoso ensamble de muffin inglés o pan brioche, con una rebanada de prosciutto, tocino o lomo canadiense, un huevo pochado y, coronando este ya de por sí complejo entramado, con una deliciosa salsa holandesa.
Un poco de historia
Existen múltiples historias y muchos personajes que aluden al propio nombre 'Benedicto' a los que se les adjudica el nacimiento de este delicioso desayuno. La historia rastreable más antigua remonta a 1860, a un restaurante legendario en Nueva York: Delmonico's, un espacio en el que la socialité de la época dorada solía reunirse para tomar un 'brunch'.
Se dice que existía una dama que frecuentaba recurrentemente este restaurante,** Mrs. LeGrand Benedict**, quién le solicitó al Chef Charles Ranhofer algo totalmente nuevo para la hora del desayuno. Sin embargo, no se sabe si el chef del prestigioso restaurante inventó o si tan sólo actualizó la receta que ha tenido sus variaciones con el tiempo. Lo que es cierto, es que este platillo rompió los escaparates y se volvió tan famoso que podrías encontrar recetas y artículos que explicaban cómo preparar huevos benedictinos en periódicos importantes de la época, como The Chicago Tribune o Los Angeles Times.
Seguramente el chef lo retomó de las historias que se cuentan de que en el siglo XVIII el papa Benedicto XIII acostumbraba a comer huevos sobre pan tostado con una salsa particular; práctica que se popularizó en las altas esferas europeas y que se convirtió en un platillo especial para reyes.
Una curiosa 'cura para la resaca'
Así como la señorita LeGrand Benedict solicitó a su chef de cabecera que 'la sorprendiera' con una nueva preparación; se cuenta que un famoso agente de la bolsa llamado (curiosamente) Lemuel Benedict solicitó al chef del hotel Walrdof Astoria, también de Nueva York que le sirvieran un pan tostado con tocino, huevos escalfados y salsa holandesa para 'curar una resaca' que traía cargando de la noche anterior. Se dice que fue tan buena combinación que el chef decidió darle su nombre en el menú.
Cualquiera que sea la historia, estos huevos benedictinos son una joya por ser un plato delicioso, diferente y perfecto para un desayuno especial.
Un platillo rápido, pero complejo: domina la técnica para preparar huevos benedictinos
Este platillo, pese a que se trata de un ensamblado bastante simple (pan, tocino, huevo y salsa) sí requiere de una gran habilidad y destreza que recae especialmente en la técnica de escalfado del huevo. Pareciera muy sencilla y puede serlo, siempre y cuando domines la técnica para que el huevo quede perfecto.
En el episodio de la noche anterior de MasterChef Celebrity, Macky (la campeona de la primera temporada de Exatlón México) estuvo a punto de ser eliminada por ejecutar una pobre técnica de su huevo poché. No logró cocer adecuadamente el huevo y tampoco llegó a preparar la salsa holandesa, por lo que (en definitiva) sus huevos fueron todo, menos Benedictinos. Te compartimos unos consejos para que esto no te pase a ti.
Macky no logró preparar 𝗛𝗨𝗘𝗩𝗢𝗦 𝗕𝗘𝗡𝗘𝗗𝗜𝗖𝗧𝗜𝗡𝗢𝗦… 😰🇫🇷❌ Su platillo fue el más difícil. #MasterChefCelebrity pic.twitter.com/nRQ6U18jhE
Consejos para conseguir un huevo escalfado perfecto
Mientras más frescos estén los huevos, mejor resultará la técnica del escalfado. Si no es el caso, puedes echar un chorro de vinagre en el agua antes de hervir. De esta forma, evitaremos que la clara y la yema se separen.
La temperatura ideal para cocer los huevos no debe de superar los 80°C. Es importante que esté muy caliente pero que no llegue a hervir (la temperatura de ebullición del agua es de 100°C)
Si vamos a consumir el huevo un poco más tarde, debemos de sumergir el huevo en agua con hielo durante unos segundos para cortar la cocción.
Es completamente normal que nuestro huevo resulte con ciertas imperfecciones. Siempre podemos recortar los sobrantes de la clara con un cuchillo, para dejar una apariencia mucho más prolija.
En caso de que sientas que es una técnica demasiado complicada y prefieres ahorrarte unos cuantos dolores de cabeza, puedes optar por la segura y conseguir algún instrumento escalfador de huevos.
Para la salsa holandesa
Vamos a iniciar clarificando la mantequilla: la vamos a colocar en un cazo y calentamos a fuego mínimo, para que nuestra mantequilla no se caliente demasiado. Sin remover, después de 20 minutos veremos que la grasa y el suero de la mantequilla se han separado, y que esta estará flotando. Separamos la grasa y tiramos el suero.
Ponemos el agua y el vino en otro cazo y esperamos a que reduzca a la mitad. Reservamos y dejamos enfríar.
Tomamos las dos yemas de los huevos (sin restos de clara) y lo ponemos en un bowl con la reducción de agua y una cucharada de jugo de limón. Batimos las yemas sobre un cazo de agua caliente (a 55°C) a baño María hasta que consigamos una crema espumosa. Hay que batir de forma suave pero constante para que las yemas dupliquen su volumen.
Una vez que estén listas, iremos añadiendo poco a poco la mantequilla clarificada sin dejar de batir para que emulsione.
Una vez que esté lista la salsa, agregamos pimienta, sal, pimienta cayena y las dos cucharadas de jugo de limón faltantes, mezclando de forma envolvente para que no se corte la salsa.
Una vez que obtengamos esta consistencia espumosa, hay que mantenerla sobre el agua caliente a baño María ya que la salsa es un poco inestable y si se enfría se puede cortar.
- Nota: es importante que la salsa se haga al momento, ya que no es fácil de recalentar. Lo mejor es conservarla caliente. *
Para los huevos escalfados o poché
El primer paso consiste en poner a hervir una olla con abundante agua. De preferencia, el agua con la que escalfemos el huevo debe de llevar cierta cantidad de vinagre, ya que este ingrediente ayudará a coagular la clara del huevo de forma rápida y evitará que esta se desparrame por la cacerola. La proporción correcta es vertir una décima parte de vinagre sobre un total del agua.
Ponemos a hervir el agua junto con el vinagre y en el momento en que esté a punto de alcanzar el punto e ebullición, retiramos la cacerola del fuego.
Rompemos un huevo en un cuenco, taza o escalfador y lo introducimos lentamente en el agua caliente. Entonces, una vez que este cuenco haya entrado al recipiente, deslizamos el huevo dentro del agua y retiramos el cuenco o la taza.
Tapamos la cacerola y dejamos que nuestro huevo se cueza durante tres minutos. Una vez transcurrido este tiempo, la clara ya debió haber cuajado mientras que la yema sigue líquida. Por esto es muy importante utilizar huevos frescos, para que la clara se mantenga más compacta y unida.
Una vez listo, retiramos el huevo escalfado con ayuda de una espumadera y lo sumergimos en agua con hielo inmediatamente para cortar la cocción.
Repetimos el paso con el resto de los huevos y reservamos.
Ensamble
Abrimos los panes por la mitad y los metemos a la tostadora (o al horno) para que queden crujientes.
Colocamos cada mitad en un plato individual y ponemos por encima las rebanadas de lomo canadiense y los huevos pochados.
Bañamos con la salsa holandesa y espolvoreamos con un poco de cebollín y paprika al gusto.
Ahora ya puedes sorprender a tus amigos y familiares con esta sofisticada receta de Huevos Benedictinos. ¡A disfrutar!