En los últimos días Starbucks ha desatado una fiebre en México, Estados Unidos y Canadá con su nueva bebida de edición limitada: el Unicorn Frappuccino, un batido que se caracteriza por la inclusión de colores vibrantes, una combinación de sabores dulces y ácidos, y también una excelente campaña de marketing.
La compañía la ha anunciado como la mezcla de un cremoso frappuccino con un poco de magia, que comienza como una bebida de color púrpura con remolinos azules y un sabor dulce y afrutado. Pero por toda la magia que prometan yo no he caído en la tentación y quiero platicarles por qué no probé el Unicorn Frappuccino de Starbucks y no me arrepiento.
No es nada contra Starbucks
Empezaré con esta afirmación. Ciertamente es una de las cadenas de cafeterías más grandes que hay en el país, y precisamente por ello es que aprecio los muchos años que llevan impulsando el café mexicano producido en Chiapas así como el apoyo a proyectos sociales que contribuyen a la sustentabilidad y a la economía de las comunidades donde se cosecha este grano.
Al igual que en otras cafeterías que he visitado, en sus establecimientos he pasado grandes momentos con mis amigos y compartido ideas con gente estupenda; desde luego, también he probado su oferta de cafés calientes, fríos y también los de grano. Nunca he negado que sus frappuccinos de café tienen un encanto, pero como todos, también tengo mis límites.
¿Tiene un valor nutricional?
Cuando cruzamos por la puerta de una cafetería y ordenamos esa taza diaria de café que tanto nos gusta, lo hacemos teniendo claro que la cafeína que contiene nos hará sentir más positivos, pues es de todos sabido que es un estimulante del sistema nervioso central, sin olvidarnos de su alto contenido en antioxidantes ni de la baja cantidad de calorías que nos aporta si lo tomamos puro.
Cosa contraria ocurre con el Unicorn Frappuccino, que no precisamente está creado con ingredientes naturales, sino que en cambio, resulta de una combinación de grasas saturadas, químicos y una nada graciosa cantidad de 59 gramos de azúcares, para ofrecernos finalmente más de 400 calorías en su tamaño grande (la medida mediana de Starbucks).
Podemos argumentar que esas 400 calorías las consumimos en una orden de tacos que en México son "el pan de cada día", así que ¿qué tiene de malo? que esta bomba de azúcares no solo cambia su color y su sabor conforme la ingerimos, sino que su combinación de ingredientes afecta, entre otras cosas y de manera negativa, nuestros niveles de glucosa en la sangre y también nuestra resistencia a la insulina, algo con lo que en un país propenso a la diabetes -como México- se debe tener cuidado.
Un motivo más
Quienes han tenido oportunidad de leerme en este espacio, sabrán que estimo tanto la comida mexicana como la alimentación consciente, una práctica también conocida como mindfulness que implica poner plena atención y los cinco sentidos en nuestros alimentos con el objetivo de apreciar sus características tales como sabor, aroma, consistencia, textura, humedad e incluso su origen y su preparación, a la vez que somos capaces de percibir nuestros pensamientos, sentimientos y las sensaciones que nos generan.
Todo esto, es algo que resulta difícil sino es que imposible, con una bebida como Unicorn Frappuccino, del que sabemos está preparado con hielo, leche, sirope de crema de frappuccino, crema batida, sirope de mango, topping azul, sirope clásico y polvos rosas y azules. Una bebida, que por mucha magia que prometa, no nos permite siquiera distinguir las bondades de sus principales ingredientes.
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