Para apreciar y disfrutar de una buena copa de vino no se necesita ser un catador profesional, lo que sí, es que hay que considerar algunos aspectos que se deben cumplir para poder degustarlo en su mejor forma y así poder distinguir sus cualidades y sus defectos antes de descubrir sus placeres.
Por ello, hoy he querido hablar un poco sobre tres aspectos fundamentales en la degustación del vino, como son la temperatura, el descorche, y las copas en que se sirve. Desde luego, recordarte que para degustar un vino es necesario utilizar nuestros cinco sentidos.
Temperatura
Hace poco, para nuestro aniversario, abríamos una botella de vino tinto; grande fue nuestra sorpresa, al notar como ese vino en especial mejoraba su aroma conforme se templaba. Y es que, la temperatura parece un elemento secundario en la degustación de vinos, pero la realidad es que la temperatura al momento de servirlos es fundamental, pues modifica tanto el aroma como el sabor.
Usualmente, el vino blanco debe servirse a una temperatura entre los 6 y los 12 grados centígrados, mientras que el vino tinto va entre los 12 y los 18 grados. Con el vino espumoso, el rango disminuye, quedando entre los seis y ocho grados centígrados.
Además, la temperatura a la que debe servirse el vino varía de acuerdo a otros elementos. Por ejemplo, los vinos jóvenes, ligeros y sin barrica deberán ser ofrecidos a menor temperatura; al contrario, los vinos maduros con barrica deben servirse a mayor temperatura, independientemente de si se trata de un vino blanco o un vino tinto.
Descorche
El momento del descorche también es importante, y tiene que ver con el tiempo de maduración del vino. Si se trata de un vino joven, éste puede descorcharse al momento de servir, mientras que los vinos maduros deben verterse en una jarra de cristal 30 minutos antes de llevarse a la mesa, para permitir la oxigenación, cuidando que este tiempo no exceda una hora, pues de ser así afectaríamos su aroma y su sabor al grado de arruinar sus características.
En este aspecto, hay que tener también el cuidado de no agitar la botella en su traslado a la mesa, y en caso de que haya sido así, hay que procurar darle un tiempo de reposo. Entre más maduro sea el vino, mayor reposo necesitará. Para descorchar, igualmente habrá que cuidar de no hacer movimientos bruscos y procurar girar únicamente el corcho, nunca la botella.
Copas
Muchos en algún momento hemos cometido el error de servir el vino en vasos, dejando de lado el hecho de que en las copas el vino se oxigena con mayor facilidad, y si bien cada copa tiene una función específica, si debemos al menos servirlos, tanto si se trata de vinos blancos como de tintos, en copas con forma de tulipán, puesto que al ser copas amplias permiten rotarlas para así apreciar mejor el aroma, el cuerpo y el color de nuestra bebida.
Por otro lado los vinos espumosos hay que tomarlos en copas tipo flauta, pues así se facilita el desprendimiento del gas carbónico que da lugar a las burbujas y se conserva la efervescencia, dos características que confirman un buen vino espumoso.
Otro punto importante referente a las copas, es que debemos tomarlas por el tallo, para de esta manera evitar modificar la temperatura del vino. Si quieres apreciar mejor su aroma, un ligero movimiento circular con la mano elevada, sin que la base de la copa toque la mesa te permitirá airear el vino para apreciar sus características aromáticas, lo que se conoce como bouquet.
Por último, añadir que el aspecto del vino también es importante, por lo que las copas deben ser transparentes, ya que el cristal tallado o de colores no permitiría apreciarlo correctamente. Así pues, veremos que el vino joven tiene un color más claro que el vino más maduro, en el entendido de que los vinos tintos con el tiempo toman matices más marrones, mientras que los blancos brincan hacia los matices más dorados.
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