El microondas es un electrodoméstico esencial para el día a día en la cocina. Con él, podemos calentar y preparar una gran variedad de platos, e incluso freír tocino. Sin embargo, más allá de sus funciones culinarias, este aparato también es un gran aliado en la limpieza del hogar.
Esto se debe a que puede utilizarse para higienizar y desinfectar uno de los accesorios más importantes de la casa: la esponja de cocina. Al estar en constante contacto con la humedad, la esponja se convierte en un lugar propicio para el crecimiento de diversos microorganismos, como hongos y bacterias, incluyendo especies peligrosas como E. coli o Salmonella. Para evitar que esto ocurra, lo ideal es mantenerla siempre seca, y aquí es donde entra en juego el microondas.
¿Por qué es importante secar la esponja después de usarla?
La esponja de cocina es uno de los objetos más sucios del hogar. La combinación de humedad y restos de comida crea el ambiente perfecto para la proliferación de bacterias y hongos. Una esponja contaminada, en lugar de limpiar, termina esparciendo microorganismos sobre los platos, cubiertos y superficies. Por eso, además de cambiar la esponja regularmente es fundamental secarla después de cada uso para eliminar la humedad y dificultar la supervivencia de bacterias y hongos.
Si una esponja o trapo de cocina comienza a oler mal, lo mejor es desecharlo, señala la académica María Esther Orozco García, en un artículo publicado por la Universidad de Sonora. Basándose en estudios científicos, explicó que estos utensilios albergan millones de bacterias debido a su naturaleza porosa y su constante exposición a la humedad. Esta combinación los convierte en incubadoras ideales para microorganismos que no solo generan malos olores, sino que también pueden representar un riesgo para la salud.
En un estudio realizado por científicos de la Universidad de Justus Liebeg de Giessen, en Alemania, se confirmó la presencia de diversas bacterias en las esponjas de cocina, algunas de las cuales pueden causar enfermedades e infecciones. Para minimizar estos riesgos, Orozco García recomendó eliminar los restos de comida después de lavar los trastes y exprimir las esponjas y trapos para reducir la humedad, ya que las bacterias proliferan en ambientes húmedos.
Existen varios métodos para desinfectar estos utensilios. Una opción es sumergir la esponja en una solución de agua con lejía en una proporción de 9:1 durante al menos 30 segundos y luego secarla por completo. También se puede remojar en cloro y agua hirviendo entre cinco y diez minutos, exprimirla y enjuagarla con agua fría. Otra alternativa es dejarla toda la noche en vinagre y secarla al sol al día siguiente. Finalmente, recomendó reemplazar las esponjas al menos cada 15 días, o idealmente cada semana, para reducir el riesgo de infecciones.
Truco: cómo higienizar la esponja en el microondas
Humedece la esponja antes de colocarla en el microondas.
Colócala en un recipiente apto para microondas con un poco de agua y caliéntala durante dos minutos. Supervisa el proceso para evitar cualquier inconveniente.
Una vez calentada, retira la esponja con cuidado y deja que se enfríe a temperatura ambiente.
Antes de calentar la esponja en el microondas, asegúrate de que no contenga ningún elemento metálico, ya que el metal no debe introducirse en este aparato. También es importante que la esponja esté bien humedecida antes de encender el microondas, ya que si está seca podría incendiarse con el calor. Para evitarlo, es imprescindible mojarla y colocarla en un recipiente con un poco de agua.
Ahora, ya conoces el método para limpiar la esponja con el microondas, pero no olvides que es importante cambiarla frecuentemente para evitar cualquier tipo de contaminación.
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