Si hay una palabra que define bien este lugar diminuto, incrustado en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México, es “perfección”. En Enomoto todo es preciso, sobrio, delicioso. Desde su comida, pasando por las bebidas, y hasta el diseño: cada cosa parece pensada para hacer sentido en la carta, inspirada en los kissaten —o casas de té que fueron famosas en la Era Showa japonesa, a inicios de siglo XX—, así como en las actuales cafeterías “de paso” en aquel país.
El creador de la idea fue el chef Edo Kobayashi, quien está a la cabeza de todo el grupo Rokai y tiene a cargos numerosos restaurantes japoneses en la capital mexicana y varios estados de la república. Él es el primero en traer un concepto robusto y bien logrado, basado en la atmósfera exclusiva de las kissaten, así como en la naturaleza práctica de los sitios japoneses donde la gente pasa velozmente por una bebida y un lunch para empezar el día, en una tierra que no para, como Japón. Y como México.
El menú es escueto. Tiene apenas unos toast, como el de aguacate, y una lista de varios sandos —o sándwiches de pan de caja, cortados milimétricamente— con rellenos deliciosos, y perfectos para desayunar.
El sando Tonkatsu es de puerco empanizado, y es la insignia de la casa. No obstante, también hay de Tamago, o huevo; el Ebi Katsu, con camarón empanizado; el de papa con jamón y el veggie, con verduras y tofu. Darle una mordida a cualquiera de ellos es un placer en toda la extensión de la palabra. El pan es suave y esponjoso. Los rellenos siempre son delicados, cortados con una precisión que da remordimiento desarreglar.
Las bebidas son también un eje central del concepto. En especial, el matcha y el café que traen de Veracruz, Oaxaca o Chiapas. Lo hacen expresso, pero también con agua tónica, leche y hasta en carajillo o estilo mojito.
Nada en Enomoto tiene pierde. El lugar alberga, por mucho, a 20 personas al mismo tiempo. Todas paradas, claro, porque el sitio fue pensado para no tener sillas, como en Japón, pero pero asomándose a un mundo oriental apresurado que sabe demasiado bien, a pesar del cronómetro.
Muchos no lo saben, pero de noche el Enomoto se convierte en Le Tachinomi Desu, la barra de vinos y destilados con toque nipón, que ha enamorado a muchos trasnochados en la Ciudad de México. La cafetería de Kobayashi es el complemento ideal que vuelve a ese local un imperdible de estas fechas.
Cheque promedio: $200 pesos. | Dónde: Río Pánuco 132.
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