La Central de Abastos es el mercado más grande del mundo. Y también el lugar donde se mueve más dinero diariamente en todo México, sólo después de la Bolsa de Valores. De ahí proviene el 80% de todos los alimentos que se consumen en la CDMX. Pero contrario a lo que se esperaría (dado que hablamos de insumos que nos llevamos a la boca diario), sus condiciones de operación no son lo más óptimas: tanto por actos de corrupción, como por seguridad y hasta medidas sanitarias.
La buena noticia es que eso está a punto de cambiar. Héctor García Nieto, quien es coordinador y administrador de la Central (como se le llama popularmente), anunció que empezarán a remodelarla después de cuarenta años de no hacerlo a gran escala.
Construirán un mejor sistema de drenaje, así como pavimentación, contenedores de basura y, muy importante, un sofisticado circuito cerrado de cámaras que estarán conectadas al C5 de la CDMX. Cabe mencionar que Iztapalapa, la zona donde se encuentra el mercado, es uno de los puntos más rojos de delincuencia en la capital. De igual forma se creará una nueva estrategia de redes, se remodelará el sitio web del lugar y se intentará hacer más generalizado el cobro con tarjetas de crédito, para que circule tanto efectivo. A todo ello se destinarán 800 millones de pesos.
¿Por qué es importante este cambio en la Central de Abastos?
Lo principal, que es el centro rector de la alimentación de un gran porcentaje de mexicanos, y porque los productores y vendedores que vienen de todos los estados de la República a ofertar sus productos también necesitan mejores condiciones para retribuir de forma justa su trabajo.
La Central, en serio, es un monstruo. Ocupa un espacio de 327 hectáreas de terreno. Mueve cerca de 30 mil toneladas de alimentos al día, haciendo uso de unos 52 mil vehículos. Recibe a cerca de 300 mil personas diario, a quienes atienden 70 mil trabajadores.
Ahí se surten restaurantes, mayoristas y mercados más pequeños. También se fijan los precios nacionales de infinidad de productos: desde legumbres, frutas, carne, pescados, hierbas finas, especias, ingredientes raros traídos incluso de otros países de Latinoamérica. También tiene una famosa área de flores (algunas de ellas, comestibles) y de artículos para el hogar: en todos los colores, olores, sabores, marcas y variedad que puedas imaginar.
Estamos seguros que las mejores condiciones en que dejarán este recinto de la abundancia en la capital mexicana animarán a cada vez más personas a ir allá, admirar sus murales, conocer un poco de su historia, comprar cosas que ellas mismas elijan y, ¿por qué no? También sentarse a comer en los miles de puestos de tacos y quesadillas que han vuelvo emblemática esa colorida ciudad dentro de la ciudad.
Fuentes: Forbes | Entrepreneur | El Universal
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