Hay mucha gente en el mundo que aún no entiende que lo que come está directamente relacionado con su estado de salud y, más aún, que alguna enfermedad crónica que padezca podría mejorar si tuviera mejores hábitos alimenticios. Pero es una realidad.
Dentro de los padecimientos identificados como más determinados por alimentaciones no saludables se cuentan la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes o prediabetes, entre otras.
Por lo mismo, este es un tema de primera importancia en México. Un informe de la Secretaría de Salud sobre la salud de la población nacional arrojó que justo éstas enfermedades, aunadas a las cardiacas y las cerebrovasculares, así como la cirrosis y el cáncer, dominan el panorama de la mortalidad, particularmente entre los adultos mayores de 40 años.
Al mismo tiempo se descubrió y encontró un hilo conductos con nuestras rutinas a la hora de sentarnos a comer. En resumen: los mexicanos comemos muy pocas frutas y verduras, abusamos cuando se trata de grasas saturadas y hacemos muy poco ejercicio.
¿Qué hacer al respecto?
Para lograr un cambio al respecto se necesita mucha información, consciencia y atenerse a un orden personal estricto. Y no es nada del otro mundo. En realidad, dando pequeños pasos se puede cambiar la educación alimentaria que tenemos por una más centrada en cómo nos vemos en cuestión de salud a futuro.
De acuerdo con médicos especialistas en nutrición entrevistados para The Washington Post, hay tres dietas recomendables para atacar este problema: la dieta DASH (enfocada directamente en detener la hipertensión), la mediterránea y la vegetariana.
Al evaluar sus características llegaron a la conclusión que coincidían en aspectos puntuales, tales como basarse en el consumo de comida real (no procesada, ni “chatarra”), así como en darle mucha preeminencia a los productos de origen vegetal, no tanto animal.
La Secretaría de Salud de México agrega al respecto que es más fácil inculcar en una persona esta forma de alimentación más beneficiosa a partir de las cosas que sí debe hacer, en lugar de las que no: por lo tanto, sugiere elegir productos lácteos bajos en grasa, así como incluir muchos más frijoles, aguacates, nueces y semillas y, claro, mover mucho más el cuerpo.
Nosotros haremos una excepción a dicho método y sí te diremos lo que no es tan bueno que sigas comiendo, para que tengas más información: trata de alejarte lo más que puedas de carnes y productos lácteos enteros y con mucha grasa saturada, así como del consumo excesivo de aceite de coco y de palma, de la sal y el azúcar sin medida.
Con todo esto le darás un nuevo aire al estado general de tu corazón, tu cerebro y todo tu cuerpo. Vale la pena intentarlo. De eso depende tener una vida mucho más sana y feliz.
Fuentes: Secretaría de Salud | The Washington Post
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