Se sabe que al preguntarle a las personas sobre sus hábitos alimenticios, la mayoría tiende a reportar que come muchos más alimentos saludables de los que en realidad consume. De la misma forma reportan que comen menor cantidad de alimentos poco saludables. No se sabe si esto es de forma intencional o ni siquiera nos damos cuenta, pero es un gran problema para los investigadores de nutrición.
Según los resultados de un estudio reciente publicado en The Lancet Diabetes and Endocrinology, es posible que este enigma quede detrás, y todo gracias a la orina. En el artículo se habla de una prueba de orina que identifica los compuestos químicos que se producen cuando el cuerpo descompone alimentos como carnes rojas, pollo, pescado, frutas y vegetales. También se puede conocer la cantidad de azúcar, grasa, proteína y fibra que hemos comido.
Los investigadores del Colegio Imperial de Londres desarrollaron cuatro dietas catalogadas en un espectro de "saludables" a "no saludables". Se basaron en las recomendaciones para una alimentación saludable de la Organización Mundial de la Salud. Como te imaginaras, los criterios para una dieta saludable de la OMS, son consumir más verduras y granos enteros, reducir el azúcar, el sodio y las grasas saturadas.
Después los investigadores asignaron aleatoriamente una de las cuatro dietas a 19 voluntarios, supervisándolos de cerca durante varios días. Las muestras de orina se recogieron en la mañana, la tarde y la noche, y después se analizaron para encontrar compuestos químicos que se ven afectados por la ingesta de ciertos alimentos. Con base en los resultados, los investigadores fueron capaces de desarrollar perfiles de orina para dietas saludables y no saludables.
Después comprobaron la exactitud de los perfiles monitoreando las dietas y recogiendo muestras de orina de otros 291 voluntarios. Fue posible predecir qué tan saludables eran las dietas de estos últimos voluntarios. Esto será bastante útil en las investigaciones de nutrición, especialmente en aquellos en los que se busca una relación entre los malos hábitos alimenticios y las enfermedades crónicas como la obesidad, enfermedades cardíacas, la diabetes y el cáncer.
Si la nueva prueba se normaliza, es posible que los médicos puedan usarla para detectar los hábitos alimenticios de sus pacientes, sobre todo aquellos que tienen un riesgo mayor de ciertas enfermedades, o para monitorear el cumplimiento de dietas específicas. Esta prueba también podría ser de ayuda para las aseguradoras, creando programas que recompensen a la gente por tomar decisiones saludables.
Imágenes | ThoroughlyReviewed | Juliana Dacoregio |
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