La sepsis sucede cuando la respuesta del cuerpo a una infección grave se sale de control. A medida que la enfermedad progresa, las células del sistema inmunológico liberan una cascada de químicos que eventualmente causan inflamación masiva y pueden ocasionar un mal funcionamiento de los órganos, un choque séptico, y la muerte.
La tasa de mortalidad por sepsis puede variar desde el 25 por ciento al 50 por ciento. En México la tasa de mortalidad se estable en el 30 por ciento. Se estima que 40 de cada 100,000 habitantes en México presentaran sepsis, y los costos de atención variana entre los $600,000 al $1,870,000 pesos.
Por lo general, las infecciones presentes en los pulmones, como la neumonía, las vías urinarias, el abdomen y la piel son más propensas a causar sepsis y ciertas bacterias son los culpables más comunes. Las personas más propensas a desarrollar sepsis son aquellas mayores a los 65 años, los niños menores de un año, y cualquier persona con un sistema inmune debilitado.
El sistema inmunológico puede debilitarse por el consumo de ciertos medicamentos, como los esteroides, quimioterapia o fármacos para prevenir el rechazo de un trasplante de órganos. Así como muchas enfermedades crónicas como diabetes, insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal.
Reconocer y tratar la sepsis en sus inicios es algo súper importante, ya que una vez que el choque séptico empieza, el riesgo de morir aumenta considerablemente. Un factor básico es la vacunación, especialmente la vacuna contra la neumonía, ya que la neumonía es la infección más común que causa sepsis. Una vacunación adecuada puede prevenir las peores infecciones.
También se ha visto que el 72 por ciento de los pacientes con sepsis, han estado en contacto con el sistema sanitario. Ya sea porque son pacientes con problemas de salud crónicos, y constantemente tienen que asistir a hospitales o clínicas, o porque adquirieron una infección en un hospital a través de vía intravenosa o de un catéter urinario.
Los síntomas más comunes de sepsis son fiebre, escalofríos, enrojecimiento de la piel, ritmo cardíaco acelerado, confusión, entre otras cosas. A medida que la enfermedad progresa, la presión arterial baja radicalmente, y los órganos dejan de funcionar correctamente. Esto puede tardar horas o días, dependiendo de la persona. La sepsis es una emergencia médica y el tratamiento rápido puede hacer toda la diferencia en si una persona se recupera o no.
Vía | Harvard Health Publications
Imagen | Troy Tolley |
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