Seguramente conoces a alguien que se despierta súper temprano sin ningún problema, y a otras que pueden quedarse dormidas hasta el mediodía y en la noche están en despiertas. Según algunos estudios y encuestas, solamente el 10 por ciento de la población es verdaderamente mañanera, y el 20 por ciento de la población es totalmente nocturna.
El resto, el 70 por ciento, se encuentra en algún punto intermedio, y son aquellas personas que pueden modificar su rutina de acuerdo a eventos sociales o relacionados con el trabajo. Es bastante fácil detectar a la verdadera gente mañanera, ya que sistemáticamente comienzan sus días temprano, incluso los fines de semana. En la siguiente tabla puedes encontrar algunas diferencias entre los mañaneros y los nocturnos.
Algunas personas creen que estos comportamientos son aprendidos, pero algunos estudios han demostrado que los responsables de estos comportamientos son nuestros genes. Se cree que existen unos “genes de reloj” que son los encargados de regular y ejecutar los ritmos circadianos humanos. Específicamente un gen conocido como PER1. Cambios pequeños en el PER1 pueden afectar el estatus de una persona de mañanero a nocturno, y al parecer estos cambios están designados desde el nacimiento. Las personas que tienen ritmos circadianos más largos son los conocidos como nocturnos, en contraste la gente mañanera tiene un reloj interno más corto.
Ahora veamos algunas formas en las que estas preferencias de sueño afectan nuestra personalidad, nuestro éxito, entre algunas otras cosas. Obviamente existen excepciones, pero investigaciones han demostrado que las personas mañaneras y nocturnas presentan rasgos de personalidad específicos. Por ejemplo, las personas nocturnas por lo general son más extrovertidas, creativas, temperamentales, impulsivas, inteligentes y tienen un mejor sentido del humor que los madrugadores. Pero también han presentado una mayor incidencia de déficit de atención, insomnio, depresión, ansiedad y problemas de adicción.
Las personas mañaneras tienden a ser más optimistas y por lo tanto pueden defenderse mejor de estos últimos problemas. Estas personas también son más estables, conscientes y se sienten más sanas y felices que los noctámbulos, quizás porque experimentan patrones de sueño más normales. También son personas más persistentes, más resistentes a la fatiga, a la frustración y a las dificultades. Las personas mañaneras se sincronizan de forma natural con la mayoría de los horarios de trabajo y escuela, ayudándoles a tener mejores calificaciones y por lo general, a tener más éxito en su vida profesional, lo que a menudo resulta en salarios más altos.
Un estudio de la Universidad de Barcelona demostró que los hombres nocturnos tienen una mayor probabilidad de sufrir desordenes mentales que las mujeres nocturnas, algo que sorprendió a los investigadores ya que estadísticamente las mujeres tienden a presentar mayores tasas de depresión y ansiedad que los hombres.
También es cierto que los cambios hormonales pueden afectar nuestro horario de sueño a lo largo de nuestras vidas. Por ejemplo, los adolescentes, alrededor de los 13 años, empiezan a preferir el horario nocturno. La mayoría de las personas menores a los 30 años siguen disfrutando de un horario nocturno. Conforme envejecemos, regresamos a un horario tempranero.
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