¿Qué sucede cuando la receta de cocina se enfrenta con la receta médica? Cuando entramos en un estado de enfermedad, necesaria e instintivamente cambia nuestra dieta. Empezamos a comer comida sin grasa, sin irritantes, cocida y todas las demás pautas dietéticas que indican los doctores en sus recetas médicas.
Es seguro que en los libreros de cada hogar existan recetarios de cocina, ya sea familiares, aquellas recetas transmitidas de generación en generación que evocan tradiciones y sentimientos relacionados con un platillo especial que nos hacen revivir gratas sensaciones; y también existen recetarios comerciales con cocina de vanguardia. En esta nota veremos como adaptar nuestras recetas de cocina sin interferir con la receta médica.
Los doctores prescriben la manera de tomar de los medicamentos, recetados en horarios en lapsos de cada 8 horas y la cantidad de pastillas, tableta o jarabe indicada no más, no menos, y sin pensarlo, confiamos ciegamente en el criterio del doctor por que sabemos que es lo correcto, lo saludable, lo que nos ayudará a aliviar la enfermedad en cuestión y de no hacerlo con sus indicaciones, podremos agravar los síntomas y llevar una lenta recuperación.
¿Por qué no tratamos nuestra dieta con el respeto con el que tratamos una receta médica? El punto es el mismo: la salud, el bienestar; llevar pautas que la mejorarán sustancialmente si las seguimos.
Pongamos de ejemplo que el doctor nos ha diagnosticado hipertensión arterial y nos dice que nuestra dieta necesitará un cambio de ahora en adelante. Sin ningún problema lo podemos hacer, tal vez no estés convencido de renunciar a los platillos de tu recetario favorito, y no tendrías porque hacerlo. Lo que tendrías que hacer es adaptarlos a tu padecimiento para que no lo agrave.
¿De que manera modificar las recetas? Utilizar menos sal para cocinar o incluso sustituirla por hierbas de olor. Por ejemplo el bacalao a la vizcaína, como sabemos este pescado es conservado con sal, fácilmente se podría cambiar el bacalao por atún y seguir la misma receta para elaborarlo, el resultado será un platillo adecuado para consumir si tienes presión alta.
Otro ejemplo podría ser, un padecimiento que es común: colesterol y triglicéridos altos. Evidentemente la dieta es imprescindible para bajar estos niveles, aunado a los medicamentos que el doctor llegara a recetar.
En este caso el cambio dietético es reducir las grasas, estamos hablando de alimentos fritos, capeados, empanizados. Tal vez en lugar de unos "tacos dorados de pollo" hagamos el mismo procedimiento pero en vez de freírlos los tostamos en un sartén sin aceite o en el horno. De esta manera no estamos agravando el padecimiento y ayudamos a regresar a un nivel saludable.
Para concluir: no esperemos a estar enfermos para cambiar nuestros hábitos alimenticios, la prevención es nuestra mejor arma para evitar padecimientos que en la mayoría de los casos son provocadas por excesos alimentarios. Llevemos un estilo de vida saludable, disfrutemos de nuestros platillos favoritos, si es posible modificando algún ingrediente para hacerlo nutricionalmente correcto, y de no ser así dejar los platillos más calóricos para ocasiones especiales.
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