En los últimos años hemos escuchado bastante de los múltiples beneficios a la salud que obtenemos al reducir nuestro consumo de carne. Pero pocas veces se habla de los beneficios económicos. Justamente un estudio de la Universidad de Oxford comprueba que comer menos carne, además de aumentar nuestra esperanza de vida, también tiene enormes repercusiones para el planeta y la economía global.
Si todos los humanos redujeran su consumo de carne y otros productos animales, y siguieran las directrices recomendadas para una alimentación sana, como consumir más frutas, verduras y granos enteros, y menos carne, sal y azúcar, se reduciría la mortalidad hasta en un 10 por ciento y se reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero provocados por la producción de alimentos, entre un 29 y un 70 por ciento, basado en predicciones para el año 2050. Por primera vez, se han vinculado directamente lo que la gente come con los costos ambientales, costos a la salud y los costos económicos.
El estudio estima que hacer estos cambios podría ahorrar hasta 31 billones de dólares, gracias a la reducción en los impactos ambientales dañinos, reduciendo los costos de salud, el tiempo de trabajo perdido, y muertes prematuras en todo el mundo. Los científicos opinan que el valor en dólares de estas mejoras en la salud, podría ser comparable, o tal vez más grande, que los beneficios ambientales.
Algo interesante de este estudio es que analizaron en qué cantidad necesitamos reducir nuestro consumo de carne y otros productos de origen animal, y cuánto de estos productos podemos comer para mejorar el medio ambiente y nuestra salud. En la actualidad la producción, procesamiento y consumo de alimentos, junto con los desperdicios que se producen a lo largo de la cadena alimentaria, es responsable de más de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas, el 14.5 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, provienen de la industria ganadera. De esas emisiones, el ganado criado para carne y productos lácteos, es responsable del 65 por ciento de los gases de efecto invernadero más potentes, como son el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
Según los autores, si seguimos comiendo como lo hacemos actualmente, en el año 2050, las emisiones de gases de efecto invernadero incrementarán en un 51 por ciento en todo el mundo. Pero si empezamos a consumir menos productos de origen animal, esas emisiones se podrían reducir en un 29 por ciento. Y si fuéramos súper estrictos, se podrían reducir hasta en un 70 por ciento.
A pesar de todas las advertencias, actualmente el consumo global de carne sigue en aumento. Una de las explicaciones a este efecto es que las personas, especialmente aquellas que viven en países en vías de desarrollo, buscan una dieta más occidental con un aumento en el consumo de proteína animal. En otros países como Estados Unidos y Europa, el consumo de carne se ha mantenido sin cambios. Y la mala noticia es que esto no se debe a cambios en la dieta, si no al aumento en el precio de la carne, debido a que existe una mayor demanda en los países que la producen, es decir los países en vía de desarrollo.
El problema es que para la mayoría de las personas es muy difícil conectar la salud de una persona con la salud del planeta. El estudio encontró que menos de la mitad de todas las regiones del mundo están logrando un equilibrio entre el consumo de carne y alimentos a base de plantas. El objetivo no es que todo el mundo se vuelva vegano, si no que las personas consuman más comidas de origen vegetal.
Imágenes | Connie Ma | steve p2008 | liz west | David Pursehouse |
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